Muchos de nosotros crecimos con la noción de que perder neuronas era algo irreversible, razón por la cual estábamos condenados a un perenne declive de nuestras capacidades intelectuales. Hoy sabemos, con alivio, que esto no es así; en realidad el cerebro es altamente maleable –y no solo en su etapa de desarrollo. Sabemos también que aquello que esculpe nuestro andamiaje neuronal no solo es genético y químico, sino también social y ambiental. El cerebro es un órgano en constante construcción y cada vez más tenemos información que sugiere que distintos hábitos contribuyen a mantenerlo en forma e incluso, por qué no, a hacernos más inteligentes.
El infográfico aquí mostrado es una excelente introducción al fascinante mundo de la neuroplasticidad, ciencia que empodera a la mente individual (a la vez que le hace asumir la responsabilidad de su poder intelectual y su salud mental). La gráfica fue creada por el Centro de Rehabilitación de Altamira. Resumimos aquí los puntos importantes.
Sabemos que hay 86 mil millones de neuronas en el cerebro humano y a los 3 años tenemos 15 mil sinapsis. Si bien muchas sinapsis son eliminadas cuando no se usan y 50% de las neuronas no llega a la vida adulta, existe siempre la posibilidad de generar nuevas neuronas. Esto se llama neurogénesis y hace algunos años se creía que era imposible, pero ahora sabemos, por suerte, que incluso en la senectud se generan neuronas nuevas.
Especialmente los nuevos pensamientos y las nuevas habilidades crean nuevas vías neurales, las cuales pueden ser reforzadas a través de la repetición formando hábitos; las vías neurales que se dejan de usar son como caminos que se van llenando de hierba y empiezan a desvanecerse. El doctor Ernest Rossi considera que el ejercicio físico, la estimulación neural mediante el aprendizaje de nuevos hábitos, como pueden ser un nuevo idioma, la meditación y las experiencias estéticas, son poderosas técnicas que fomentan la neurogénesis. La importancia de aprender cosas nuevas y estimular al cerebro es ejemplificada por estudios que muestran, quitando todas las demás variables, que las personas bilingües tardan 4.5 años más en desarrollar Alzheimer. Otro caso notable es el de los taxistas londinenses, que al memorizar calles en el espacio urbano también trazan nuevos caminos en su espacio neural.
Muchas de estas vías neurales son reforzadas por el placer y el sistema de recompensa de dopamina; así se forman también las adicciones. "El juicio se vuelve distorsionado y el cerebro empieza a tratar la recompensa como una sustancia necesaria para la supervivencia", dice el doctor David Smith. Algunas sustancias, se dice, son adictivas porque provocan una descarga de dopamina mucho más rápida y frecuente.
Los neurocientíficos recomiendan un sencillo ejercicio: simplemente pon toda tu atención en tu respiración y cuenta hasta 10 respiraciones. La fórmula mágica para relajarse. El cerebro de monjes budistas es una prueba de los efectos de la meditación, hasta el punto de que "las emociones, los estados de ánimo son habilidades mentales que se pueden entrenar".