En países como México la democracia tiene un especial folclor ligado a una fauna particular, como los mapaches y los topos electorales o los famosos "dinosaurios" del PRI, entre otros animales reales y fantásticos que realizan el peculiar arte de la alquimia electoral. En teoría o en espíritu, la democracia parece ser una excelente forma de gobierno; el problema es que, siguiendo con las metáforas animales, solemos obtener "gato por liebre" y en realidad la democracia no es real, o sea, es un aluche o un chupacabras.
Este popular poema atribuido a Guillermo Aguirre y Fierro, que supuestamente fue publicado en El Cronista del Valle de Brownsville, Texas, el 26 de mayo de 1926, nos lleva al tuétano del circo que llamamos elección Sus palabras parecen ser, tristemente, inmortales. Cualquier ciudadano de una "democracia" puede identificarse fácilmente con el contenido de este poema que muestra la confusión y contradicción que opera entre los votantes ante la chapucería, el ilusionismo y la faramalla de los políticos que son como los depredadores que engañan a sus presas.
Como siempre México mantiene el humor como catarsis, y es que, si algo tienen los mexicanos, es que saben reírse de sus desgracias. ¿Es bueno o malo eso? ¡Sólo el Diablo sabe!
"La Elección"
El león falleció ¡triste desgracia!
Y van, con la más pura democracia,
a nombrar nuevo rey los animales.
Las propagandas hubo electorales,
prometieron la mar los oradores,
y aquí tenéis algunos electores:
Aunque parézcales a ustedes bobo,
las ovejas votaron por el lobo;
como son unos buenos corazones,
por el gato votaron los ratones;
a pesar de su fama de ladinas,
por la zorra votaron las gallinas.
La paloma inocente,
inocente votó por la serpiente;
las moscas, nada hurañas,
querían que reinaran las arañas;
el sapo ansía, y la rana sueña
con el feliz reinar de la cigüeña.
Con un gusano topo
que a votar se encamina por el topo;
el topo no se queja,
mas da su voto por la comadreja;
los peces, que sucumben por su boca,
eligieron gustosos a la foca;
el caballo y el perro, no os asombre,
votaron por el hombre.
Y con dolor profundo
por no poder encaminarse al trote,
arrastrábase un asno moribundo
a dar su voto por el zopilote.
Caro lector que inconsecuencias notas,
dime: ¿No haces lo mismo cuando votas?