El Tarot de Marsella vs el Tarot de Toth: algunas diferencias irreconciliables y a la vez complementarias (primera parte)

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Imagen de: http://www.magicka.com/tarot/Crowley-tarot.htm[/caption]

Act passionately,

think rationally;

be Thyself.

Aleister Crowley, The Book of Toth

 

El Tarot Terapéutico no cura,

el Tarot Terapéutico ayuda a la persona

a reconectarse con su esencia.

Veet Pramad, Las cinco llaves del bienestar

 

1. Dos paradigmas casi opuestos

El Tarot de Toth, creado por Aleister Crowley, y el Tarot de Marsella son la encarnación de dos paradigmas muy diferentes de concebir al hombre, la historia y el origen del universo, la sexualidad y la dualidad masculino-femenina, así como el frágil hilo conductor entre el mundo humano y el plano divino. Los dos poseen un nivel de complejidad que los hace de difícil acceso: bastante abstractos, sobre todo para quienes apenas se acercan al conocimiento de las cartas y los Arcanos. No recomendaríamos que un tarotista neófito iniciara su aprendizaje con alguno de ellos. Para los estudiantes y recién iniciados tenemos el Ryder White, por ejemplo, el cual es bastante gráfico y explícito, prácticamente guía por sí mismo y conduce a la interpretación de cada símbolo. De hecho, casi cualquiera podría aprender por su propia cuenta a leer el Tarot, tan solo con una observación cuidadosa de las cartas y un estudio disciplinado y diario con el White.

En el Tarot de Marsella, particularmente el de Jodorowsky-Camoin, predomina la idea de que las cartas conforman en conjunto un todo armónico e indisoluble. Los personajes de la realeza de los Arcanos Menores y los entes y deidades de los Mayores, dialogan entre sí apenas abrimos una tirada o lectura. Se sostienen la mirada, se coquetean, agreden, reclaman, inician discusiones, construyen conocimientos, hacen el amor, copulan, se perdonan y aspiran a resolver sus conflictos. Hablan entre sí, tan solo con sus miradas: conversan sobre el drama de la Historia del Universo, así como del meollo de la vida de cada ser humano.

Para los adeptos del Marsella, la historia del Tarot comienza en la Edad Media, con el ocaso de una secta cristiana desviacionista. Supuestamente la Inquisición persiguió a cada uno de sus miembros, mandando a la hoguera a muchos de ellos y haciendo exiliarse y huir lejos de Francia a los restantes.

Los sobrevivientes organizaron una especie de concilio esotérico, tratando de fusionar en los Arcanos los conocimientos secretos del cristianismo primitivo, el Corán y la Cábala. A través del Tarot, lograrían proseguir sus enseñanzas e investigaciones sin ser detectados por los espías de la Iglesia Católica. De ahí el carácter hermético de los símbolos, al cual no cualquiera puede acceder sin la guía adecuada.

Varios siglos después, Jodorowsky se reuniría con Philippe Camoin, un descendiente del primer editor del Tarot de Marsella. Juntos reconstruirían y popularizarían el modelo prototípico del primer Tarot, que supuestamente se originó en la ciudad de Marsella.

Pensar que el primer Tarot en el mundo fue el de Marsella resulta una afirmación bastante discutible, y nos pone a pensar si no es una idea maquiavélica con fines mercadológicos formulada por la creativa mente de Jodorowsky. Un llamativo mito que ayuda a atraer las ventas de su Tarot. El cual por cierto, en el año 2015 vio la 2a edición revisada.

Por su parte, los estudiosos del Tarot de Toth, de la mano de su creador, el mago, investigador y poeta, Aleister Crowley, consideran que el Tarot es muchísimo más antiguo. Con ellos, por cierto, coincide el psicólogo ruso Piotr Ouspensky y unos pocos más, quienes se dedican al estudio del Tarot desde la escuela del Cuarto Camino y las enseñanzas de Gurdjieff.

Según Crowley y Ouspensky, el Tarot se remontaría hasta el Egipto primitivo, antes de las arenas y previo a las dinastías faraónicas. En la época en que se construyeron las grandes pirámides y la Esfinge. Cuando anidaban en su seno sociedades esotéricas que se dice que Hermes Trimegisto o Toth precedió.

El primer modelo de Tarot habría sido transmitido a los hombres por Hermes, o Toth, cuyos dos nombres pertenecen a la misma entidad o semidiós. Al inicio era un conjunto de tablillas de roca, impreso mediante el método cuneiforme, cuyos secretos se transmitían de generación en generación a través de escuelas tarotísticas, semejantes a las que estudiaron y preservaron la Cábala y los Evangelios durante siglos. Presuntamente, varios de estos Tarots se encontraban en la Biblioteca de Alejandría y sucumbirían en el momento de su incendio y destrucción a manos de un emperador católico romano.

En el Tarot de Toth apreciamos una perfección en cada Arcano, una belleza que roza lo artístico hasta casi resultar sublime. A diferencia del de Marsella, desde nuestro punto de vista, sus cartas son bastante individualistas e independientes una de otra, cada carta es un universo en sí mismo, dirigiendo su energía hacia el interior. Poco dialogan entre ellas, o por lo menos lo hacen en menor medida que en el de Marsella. Empero, cada uno de los Arcanos de Toth es una puerta que nos arrastra en una sola tirada hacia abismos incognoscibles. Una lectura con el Tarot de Toth siempre da la impresión de resultar mucho más mágica que con el de Marsella, la cual se aprecia más psicológica e incluso literaria, pero no menos interesante.

 

2. El papel dominante de lo femenino en el Tarot de Toth

Plantearse la teoría, tal como lo hacen Ouspensky y Crowley, de que el Tarot fue transmitido por un ser mitad humano y mitad deidad, puede resultar por una parte fantástico, incluso esquizofrénico. Pero basta profundizar a conciencia no solo en cada uno de sus símbolos, sino en el orden perfecto con que logran embonar y dialogar las cartas cuando se trabaja con él, para considerar que no fue concebido por una mente común y corriente, por una psicología perteneciente a este mundo. Todo ello nos hace pensar cuán profundo y global era el razonamiento de los hombres más antiguos, y cuánto nos hemos alejado nosotros de ellos. La misma sensación de encontrarse frente a un sistema concebido por mentes de otro mundo nos produce sumergirnos en los diferentes niveles de significados que poseen los Evangelios, El Libro de los Reyes o los Salmos, por ejemplo.

No es que el Tarot de Toth pretenda ser un modelo preciso del Tarot de Hermes o Toth, que fuera destruido en Egipto en los primeros años de nuestra era. Cuando lo creó, el mago Aleister Crowley pretendió reconstruir la energía del más antiguo Tarot de Toth por una parte, adaptándolo a la Era de Acuario, que estaba a punto de iniciar cuando él trabajaba. El propósito era crear un Tarot que conectara con los conocimientos milenarios más antiguos y herméticos, y brindar una visión del Tarot menos machista, más andrógina y más emparentada con lo femenino.

Hasta entonces el panorama de los estudios del Tarot era dominado por modelos que brindaban poder absoluto a la energía masculina, por sobre todas las cosas, como el propio Marsella, del que hemos hablado. Pero sobre todo era acaparado por los Tarots de la Golden Dawn: una logia dedicada al estudio del Tarot y otras artes ocultas, de la cual Crowley en algún momento formó parte. En estos modelos clásicos, la figura del Rey tiene un papel central dentro de los Arcanos Menores. Por otra parte, números de carácter francamente femenino como el 5 y el 10 son mostrados como negativos, incluso dudosos y hasta perjudiciales y temibles. Lo cual lleva hacia una desconfianza y temor absoluto hacia todo lo femenino, tal como se muestra con otros Arcanos Mayores, como la Papisa o la Sacerdotisa y la Luna, a quienes se les brinda una connotación que va de ser misteriosa a enloquecedora y perturbadora. 

De ahí que en el Tarot de Toth no exista la figura de los Reyes en los Arcanos Menores, a diferencia de todos los demás. Quien es el centro del ciclo de los menores es la Reina; ella es quien manda y domina. Su esposo no es un Rey, obviamente, como en el Marsella y el White, sino un Caballero: un ser que va ganando la lucha contra sus propios demonios y que de ningún modo tiene conflicto con el poder femenino. Los Caballeros de Crowley poseen la fuerza de la energía masculina, pero también la gracia y la elegancia de lo femenino.

De su matrimonio o de sus constantes acoplamientos sexuales surgen sus hijos: las Princesas y los Príncipes, de los cuales ambos son principiantes, precisamente. Van comenzando en las diferentes áreas de la vida descritas por los Arcanos Menores; son vanidosos, narcisistas, demasiado centrados en sí mismos, pero habilidosos, inteligentes, bellos y soñadores, con cierta experticia de la cual presumen, a veces demasiado.

 

Twitter del autor: @adandeabajo

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