En este sentido una investigación reciente podría convertirse en un hito en torno a tal debate pues, según sus conclusiones, la vida podría ser la consecuencia inevitable del comportamiento de la materia, lo cual podría descartar del todo las explicaciones religiosas del problema.
De acuerdo con Jeremy England, científico del MIT que elaboró el modelo físico-matemático al respecto, cuando un grupo de átomos está expuesto por mucho tiempo a una fuente de energía y a la vez está inmerso en un ambiente de calor, ocurre una reestructura orientada a disipar la energía sobrante. En el caso de la Tierra eso sería lo que sucedió con los primeros átomos que, por las condiciones primigenias de nuestro planeta, pasaron en cierto momento de ser materia inerte a ser materia orgánica con vida.
De acuerdo con esta hipótesis, que la materia adquiera vida no es ningún milagro ni ningún acontecimiento inesperado, sino una consecuencia natural cuando las circunstancias externas lo permiten.