El padecimiento mental más común parece ser también el más contagioso
Por: Jimena O. - 05/20/2015
Por: Jimena O. - 05/20/2015
Los síntomas relacionados con la ansiedad pueden transmitirse de padres a hijos, pero también de hijos a padres, según un nuevo estudio publicado en The American Journal of Psychiatry. El componente genético asociado en las últimas investigaciones con la ansiedad parece comportarse como una enfermedad contagiosa; según la profesora Thalia Eley, jefa del estudio, los padres deben procurar no transmitir su propia ansiedad a los niños:
Nuestra investigación muestra que incluso si has tenido que lidiar tú mismo con altos niveles de ansiedad, no es inevitable que esto les pase a tus hijos. Hay muchas cosas que pueden hacerse en casa para reducir la ansiedad en niños y adolescentes. Aunque es una tendencia natural tratar de proteger a tu hijo cuando se encuentra ansioso, puede ser de más ayuda el impulsarlos a tomar pequeños riesgos apropiados para su edad.
Para la investigadora, "esto les enseñará que el mundo generalmente es un lugar seguro y que ellos pueden lidiar con situaciones que inicialmente les parecen estresantes, desarrollando su sentido de control y promoviendo la resiliencia".
El trastorno de ansiedad es uno de los padecimientos psíquicos más comunes. El estudio tomó en cuenta a mil familias que tuvieran gemelos, de modo que el componente genético pudiera promediarse con la estadística. Se trataba de determinar si la ansiedad se originaba en padres, hijos o ambos. Según la profesora, los padres ansiosos pueden pasarle su ansiedad a los hijos a través del comportamiento, pero los hijos ansiosos también pueden transmitirla a sus padres:
Este acercamiento se aplica por igual a familias con padres que no son ansiosos, pero que tienen hijos que parecen preocuparse más por la vida que otros. De modo similar, cuando las cosas no salen como el niño esperaba, puede ser de ayuda alentarlos a considerar explicaciones para intentarlo de nuevo y que les ofrezcan una ruta positiva hacia adelante.
En otras palabras, el componente genético no es tan determinante como los hábitos y el comportamiento que los hijos imitan de sus padres. Es responsabilidad de los padres vigilarse a sí mismos para evitar estresar innecesariamente a los hijos, que finalmente adquieren su propia personalidad a través del contacto con sus padres y hermanos.