Este extraño fenómeno comenzó a detectarse en 2010, cuando se reportaron los primeros casos. Más tarde, en 2013, dichos reportes aumentaron, y entonces se detectó que además de los períodos de sueño excesivo las personas también experimentaban mareos, fatiga extrema e incapacidad para mantenerse de pie. En aquella época, el Russian Times dio a conocer que ocho niños se habían quedado dormidos 1 hora durante la primera semana de clase y, algunos meses después, que al menos 60 personas habían llegado a los servicios de salud con la misma enfermedad el mismo día.
A partir de entonces médicos e investigadores se trasladaron al poblado para realizar diversas pruebas, ninguna de las cuales arrojó luz al asunto. Al parecer no había bacterias o virus que estuvieran provocando el padecimiento y tampoco algún elemento del ambiente como radiación.
Hasta ahora la situación es un enigma, pero las investigaciones más recientes sugieren que el clima local —continental, casi desértico, caluroso los veranos y frío los inviernos— se combina con la actividad de las industrias que ahí se encuentran para impedir que las emanaciones de dióxido de carbono y otros gases tóxicos se dispersen en el aire y, por el contrario, se asienten a un nivel respirable para los habitantes.
Esta explicación, sin embargo, funciona para síntomas como el mareo, los dolores de cabeza e incluso el vómito, pero no para los períodos de sueño de días, misterio que aún persiste.