Probablemente has escuchado o leído algo sobre los Kegels, ejercicios intrauterinos para fortalecer el sexo femenino y, presumiblemente, lograr orgasmos de mayor intensidad. Si no has oído de ellos, probablemente practicas alguna variante del viejo "dentro-fuera-dentro-fuera", para utilizar la terminología de Alex DeLarge sobre el sexo: si es así, lo más seguro es que para ti el orgasmo sea un asunto de azar, de suerte o de probabilidad.
No busques más, porque resulta que existe una técnica llamada pompoir, que promete los beneficios y rigores de toda rutina de ejercicios, sólo que centrada en el área de los músculos pubococcígeos. Se conoce como "kabazza" en la tradición árabe, además de "tocar la flauta" o "el apretón de Singapur", y es un secreto a voces entre las más refinadas escuelas sexuales, desde las Devadasis hindúes hasta las geishas de Japón.
Se dice que fue desarrollada en la India hace más de 3 mil años y, como un montón de las cosas que aprendemos en internet, se ofrece en nuestros días como un webinar impartido por Denise Costa en el sitio Pompoir Book.
El pompoir consiste básicamente en diferentes tipos de movimientos vaginales que producen un tipo de orgasmo conocido como "uterino", además de ser increíblemente estimulante para el pene de la pareja. Se practica mejor con la mujer encima: no es necesario ningún movimiento del hombre, y de hecho la mujer puede permanecer inmóvil sobre él, mientras toda la acción se desarrolla a nivel muscular.
El arte del pompoir consiste en una conciencia sumamente desarrollada sobre los músculos vaginales, de manera que se puedan contraer y distender para apretar o expulsar el pene. También es posible aferrar con tal fuerza el pene que el hombre no podría sacarlo (gulp), así como acariciarlo, torcerlo, e incluso expulsarlo y "ordeñarlo". Se puede practicar a solas con la ayuda de dildos.
Según Costa, practicar pompoir puede ayudar a incrementar la duración y potencia de los orgasmos femeninos. Como cualquier rutina de ejercicios, el pompoir requiere constancia y dedicación, y se recomienda dedicar al menos 1 hora diaria, ya sea con pareja o utilizando pelotas, vibradores o cualquier fuente de resistencia.
A decir de la terapeuta, la razón por la que no se escucha más a menudo del pompoir, los Kegels o los ejercicios pélvicos es la misma por la que el gran público ignoró durante siglos la existencia del punto G: ignorancia y vergüenza. La maravilla de vivir en el siglo XXI es que las mujeres no tienen por qué esperar a estar embarazadas o a tener problemas ginecológicos para desarrollar la fuerza pélvica.