7 formas extrañas de morir mientras se busca la inmortalidad

La vida eterna es una obsesión de todas las culturas, y una respuesta frente al miedo a la muerte, pero algunos investigadores, santos, científicos, charlatanes o locos van un paso más allá y apresuran aquello mismo que desean retrasar.

Estos son algunos de los más fascinantes casos y prácticas que, buscando la vida futura, se pierden esta:

 

1. Monjes automomificados

Al igual que sus contrapartes egipcios, algunos practicantes del budismo Shingon creen que el cuerpo puede entrar en un estado imperecedero, de animación suspendida, para volver a la vida después de un gran lapso de tiempo. Pero a diferencia de los faraones, los monjes deben entrar en ese estado de impermanencia cuando aún están con vida.

El proceso consiste en dejar de alimentarse paulatinamente (algo que sin duda no debe ser placentero), beber una sustancia resinosa y entrar voluntariamente en una tumba. El monje así dispuesto no es tratado como un cadáver por el resto: se cree que se encuentra en un estado de profunda meditación y que regresará en billones de años, con el cuerpo intacto, cuando la humanidad lo requiera.

 

2. El bolchevique vampiro

Alexander Bogdanov jugó un importante rol en el partido bolchevique ruso hasta que Lenin lo expulsó; se le considera un genio y precursor del análisis de sistemas, además de un consumado artista, fundador del movimiento Proletkult. También compartía la antigua creencia de que las transfusiones de sangre pueden ayudar a mejorar la salud, y murió tratando de probarlo.

Bogdanov se sometió a numerosas transfusiones de sangre, luego de las cuales se sentía rejuvenecido. Por desgracia, tuvo la mala fortuna de recibir sangre contaminada por malaria y falleció poco después.

 

3. El caso de los emperadores chinos envenenados

La herbolaria china es una de las más famosas y diversas del mundo. Sin embargo, no ha sido capaz de garantizar la inmortalidad de su clase política/divina más importante, los emperadores. Desde tiempos de la dinastía Qin hasta el silo XVI de nuestra era, al menos seis emperadores han fallecido luego de consumir elixires o píldoras milagrosas para buscar la inmortalidad.

El caso del emperador Qin Shi Huang es especialmente notorio: falleció a los 39 años por su afición a consumir mercurio, el cual creía que lo volvería inmortal. Según la leyenda, su tumba está cercada de mercurio, lo que ha complicado los planes de exhumarlo.

 

4. Muere joven y deja un cadáver ¿hermoso?

Probablemente la vanidad ha sido la causa de muerte de más personas que… bueno, no sabemos, pero mucha gente ha muerto a causa de su vanidad. Tomemos el caso de Diana de Poitiers, una hermosa viuda miembro de la corte de Enrique II de Francia.

Diana era conocida a lo largo y ancho del reino por su juvenil belleza y encanto, el cual la acompañó hasta los 66 años, edad en que falleció a causa de envenenamiento. ¿De qué? De una poción de éter y oro que le fue recetada para prevenir el envejecimiento.

El maquillaje a base de plomo y arsénico también ha sido la causa de fatales intoxicaciones, sin contar las personas que quedan mutiladas o mueren bajo el bisturí del cirujano plástico.

 

5. La (mortal) piedra filosofal

Alquimistas de todas las nacionalidades han fallecido en la búsqueda de la Piedra Filosofal, que en algunos casos se interpreta como un principio metafísico intangible y otras como un muy concreto extracto para rejuvenecer indefinidamente y tal vez volverse inmortal.

El mercurio aparece nuevamente como ingrediente primordial de muchos preparados, y también figura en las autopsias de muchos alquimistas, como Sir Isaac Newton.

Además de un consumado matemático, astrónomo y hombre de ciencias, Newton era aficionado a la alquimia. Ya entrado en años, Newton mostró signos de envenenamiento por mercurio: temblores, alucinaciones, confusión e insomnio severo. Se dice que una vez incluso cocinó su reloj mientras sostenía en la mano un huevo para tomar el tiempo.

 

6. El elixir de los testículos

Charles-Édouard Brown-Séquard fue un respetado médico y neurólogo, y aunque alcanzó la edad de 76 años, sus últimos tiempos estuvieron llenos de controversia y de una sombra larga sobre su reputación. Brown-Séquard se inyectaba una solución que llegó a conocerse como “elixir Brown-Séquard”, pronunciado a veces con admiración y a veces con sorna, un preparado que sería un suplemento químico de la fuente de la eterna juventud.

Convencido de la importancia de su descubrimiento, y en un gesto francamente generoso, Brown-Séquard regalaba la fórmula a otros científicos. Algunos lo probaron y se sintieron muy bien, otros atribuyeron sus supuestos beneficios al efecto placebo, y otros más se enfermaron gravemente. El ingrediente principal de su elixir eran extractos de los testículos de conejillos de Indias (irónico, ¿no?) y de perros, a los que —tal vez por asociación simpática, un principio muy estudiado en la magia— atribuía poderes rejuvenecedores y viriles. El problema fue que un famoso jugador de baseball y entusiasta de las drogas de rendimiento, Pud Galvin, falleció a los 45 años de “catarro de estómago” luego de tomar el elixir Brown-Séquard. Galvin afirmaba que la poción lo hacía jugar mejor; pero a pesar de todo, Brown-Séquard desapareció poco después (algunos dicen que fue asesinado por los amigos o familiares de sus víctimas).

7. El frío abrazo de la criogenia

La “momificación en frío” de los modernos procedimientos criogénicos ha desatado las esperanzas de muchos y la angustia de otros tantos (mientras enriquece el bolsillo de quienes desarrollan tales procedimientos). Nuestro siglo ha visto ya varios casos donde personas que quieren someterse en vida a tratamientos de preservación criogénica entablan pleitos legales sobre su propio cuerpo (como el caso Donaldson v. Van de Kamp, donde Thomas Donaldson trató de probar que tenía el derecho constitucional de suspenderse criogénicamente en estado “premortem”, p. ej., congelarse vivo).

La empersa Alcor Life Extension Foundation ha descrito en su sitio web el caso de una persona que se dio un tiro luego de dejar detalladas instrucciones para ser “criopreservado”, con la esperanza de ser revivido en el futuro. Desde la perspectiva de Alcor, lo que el hombre hizo fue reducir sus probabilidades de ser revivido. Cabe destacar que, pese a su impaciencia absoluta, su cuerpo fue sometido a criogenia.

 Con información de io9

 

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