La CIA está interesada en usar el clima como arma

En enero de 2011, el geoingeniero Alan Robock recibió una extraña llamada telefónica. Dos personas que se identificaron como consultores de la CIA le hicieron varias preguntas, entre ellas, si sería posible detectar un comportamiento extraño, humanamente modificado, en el clima.

Robock enumeró las maneras en que los investigadores climatológicos podrían detectar estas anomalías: un cambio en los patrones de la estratósfera o en las nubes bajas sobre el océano, al igual que aeroplanos o naves inyectando gases o partículas en la atmósfera podrían ser detectados por satélite.

Según el relato de Robock, los “consultores” de la CIA también se mostraron interesados en saber si otras potencias mundiales podrían saber con la misma celeridad si ellos cambiaban el clima. Después de todo, la CIA es patrocinadora de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS, por sus siglas en inglés) y la agencia tiene interés en el desarrollo y seguimiento del calentamiento global al menos desde 2009, cuando se fundó el Centro para el Cambio Climático y Seguridad Nacional. Este programa fue cancelado en 2012, pero la agencia afirmó que seguiría investigando independientemente.

El investigador no puede afirmar ni negar que el evento haya tenido lugar, pero una cosa es segura: transformar el clima en un arma sería la evolución racional de las armas químicas y biológicas del pasado, y en su papel de geoingeniero, lo único que puede hacer Robock es advertir de los peligros potenciales de hacer algo así.

Sus investigaciones han encontrado cinco beneficios y 26 riesgos potenciales de la modificación humana de las condiciones climáticas; el mayor beneficio sería reducir la temperatura del planeta, y la mejor forma de hacer esto sigue siendo terminar con el uso de combustibles de carbono y fomentar la voluntad política de implementar energías limpias y renovables en su lugar. La geoingeniería con fines bélicos, de cualquier modo, está prohibida por la Convención para las Naciones Unidas sobre la Prohibición de Uso Militar u Hostil de Técnicas de Modificación Ambiental.

Si la Tercera Guerra Mundial va a pelearse utilizando al planeta mismo como arma, tal vez aquella profecía de Einstein (de que la Cuarta sería peleada con palos y piedras) se volverá realidad en el espacio de unas pocas generaciones.

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