Pues ahora unos científicos norteamericanos se pusieron la tarea de descubrir cómo es que la lluvia despierta tantos olores cuando toca la tierra. ¿A quién no le gusta el olor a pavimento llovido, pasto llovido, tierra mojada? Lo que descubrieron es que no es la lluvia la que huele tan rico, sino el proceso que detona cuando impacta una superficie.
Tienes que tener una gota del tamaño adecuado, cayendo a la velocidad correcta sobre la superficie apropiada. En el momento en que esta toca la tierra atrapa diminutas burbujas de aire; estas burbujas luego estallan en la superficie como las burbujas del champagne y llevan con ellas el olor de la tierra o el pavimento mojado, dependiendo de dónde caigan.
Así queda claro que todo lo relacionado con la lluvia es sofisticado y sutil. Nada nunca, aunque echemos agua, olerá igual que la lluvia.