En 2015 tendremos 1 segundo extra de vida, ¿cómo lo vas a aprovechar?

Cuando estás cortejando una bella chica, una hora parece un segundo.

Cuando te sientas sobre un tronco ardiendo, un segundo parece una hora.

Eso es la relatividad.

Albert Einstein

Culturalmente nuestra relación con la dimensión del tiempo es lineal y absoluta, a pesar de que su esencia pareciera estar más orientada a lo espiral y, ciertamente, a lo relativo. Por eso estamos condenados a implementar extraños recursos para empatarnos con la guía que dicta, en última instancia, su comportamiento: la naturaleza.

Un ejemplo de esto son los años bisiestos que, al notar que el calendario gregoriano se quedaba corto en su cálculo de 365 días para definir el tiempo que la Tierra toma en orbitar el Sol, siendo su tiempo de traslación más próximo a los 365.25, entonces se vio obligado a añadir 1 día extra cada 4 años –por eso cada cuatro febreros este mes tiene un día más, el 29.

Otra de las anomalías calendáricas del modelo gregoriano radica en que científicamente se ha comprobado que en realidad 1 año tiene 11 minutos menos del total incluido en 364.25 días, lo cual provoca que cada 4 siglos haya 3 años que, simplemente, se desechan, es decir, jamás quedan registrados.

Finalmente tenemos uno de los glitches calendáricos más simpáticos, y el cual por cierto aplica en este 2015. Se trata de un minúsculo desfase entre el comportamiento natural del cuerpo terrestre y la medición que le aplicamos: cada día la Tierra rota un poco más despacio que el día anterior. Se calcula que cada día “perdemos” 0.002 segundos. Sin embargo esta pérdida, consecuencia del efecto gravitacional que ejercen otros cuerpos sobre nuestro planeta, no es uniforme. Esto ha llevado a que el Servicio Internacional de Rotación Terrestre y Sistemas de Referencia añada en ciertos años 1 segundo extra, siendo los días 31 de diciembre o 30 de junio los elegidos para agregar esta pequeña porción de tiempo –desde 1972 se ha aplicado esta inclusión en 25 ocasiones. Y precisamente el último día de junio de este año, la vigesimocuarta hora durará 3,601 segundos en lugar de sólo 3,600.

Independientemente de los tecnicismos que fundamentan este próximo suceso, el hecho de recibir 1 segundo “extra” de vida da para, por lo menos, considerar dos invitaciones puntuales del destino.

Por un lado, nos incita a volcarnos en un ejercicio de existencialismo lúdico y tratar de imaginar el cómo aprovecharemos este instante añadido. En 1 segundo se puede, por ejemplo, desde pedir perdón u observar una fugaz maravilla natural, quizá una luciérnaga encenderse, hasta absorber una bocanada de humo o incluso jalar un gatillo.

La segunda invitación, la cual podemos atender desde ahora, es a reflexionar un poco en el tiempo, en su naturaleza original y en el sistema que culturalmente utilizamos para relacionarnos con él. A pesar de que nuestros relojes y calendarios están domesticados para obedecer a una inercia estable y uniforme, en realidad el tiempo, no su medición, es mucho más flexible –tanto que este 2015 nos “regalarán” 1 segundo extra de vida y que cada 400 años simplemente escondemos bajo la alfombra, por no saber qué hacer con ellos, nada más que 3 años completos.

En fin, sin importar desde que perspectiva abordes este regalo, cortesía de los medidores oficiales del tiempo, supongo que a nadie le molestará enterarse de que para adaptarnos a las limitaciones de nuestro calendario, este año somos destinatarios de un inusual obsequio: 1 segundo más de vida.  

 

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