El terrible Nick Cave de principios de los Bad Seeds, erótico, misterioso y románticamente apocalíptico, llevaba consigo siempre una libreta de bolsillo en la que anotaba, en orden alfabético, todas las palabras que no conocía y le parecían interesantes. Algunas páginas contienen pensamientos que cobran sentido entre su nuevo vocabulario; otras simplemente aluden al significado de cada una. Una sección de las letras A y M se exhibió en The Western Australian Museum hace un par de años, en la que se incluyen palabras como Autochtony, Auto-eroticism, Autogamy, Micturition, Machination y Motet.
Al parecer resultó una excelente dinámica para el desarrollo de sus novelas y por supuesto, de algunas de las letras de sus canciones; por ejemplo, las primeras líneas de "No Pussy Blues", del primer álbum de Grinderman de 2007, se pueden ver escritas en uno de los pedazos de papel: "I can’t help but drink, stading up here in all this applause and gazing down".
Las letras de Nick Cave son absolutamente singulares. Conforman un híbrido de erotismo violento, muerte visceral (asesinatos, enfermedades, de lo más realista) y oscuridad saboreada con un tanto de amor y melancolía, a veces expresada en nítidos versos y rimas que nos recuerdan a Lou Reed, Tom Waits o Leonard Cohen. Los salmos y la prosa brutal del Antiguo Testamento fueron su principal inspiración (gracias a la educación religiosa que recibió desde pequeño), pero el enfant terrible, que compartía banda con el misántropo Rowland S. Howard en The Birthday Party, en realidad quedó enterrado hace mucho tiempo. Las capas de madurez intelectual ahora lo sitúan, sin duda alguna, entre los mejores crooners posmodernos de la composición clásica.
Te dejamos el video en vivo de una de sus canciones más lucidas en cuanto a vocabulario refiere: “We Call Upon The Author” (probablemente consultó su diccionario para escribirla).