Describiéndose a sí mismo como marxista, el 14vo Dalai Lama se dirigió a una audiencia de estudiantes el martes pasado para abogar por la paz y la igualdad entre ricos y pobres.
"En lo que toca a la teoría socioeconómica, aún soy marxista", declaró. Su admiración por el marxismo le viene por el énfasis de esta teoría en las formas prácticas de reducir la brecha entre ricos y pobres; sin embargo, el Dalai Lama no cree que el marxismo esté puesto al día:
Muchos líderes marxistas hoy son capitalistas en su pensar. Depende de sus motivaciones, su pensamiento, perspectiva. En países capitalistas, existe una brecha que va en aumento entre ricos y pobres. En el marxismo existe un énfasis en la distribución equitativa. Eso es crucial para mí.
El Dalai Lama se ha referido previamente a su admiración por los marxistas chinos, antes de que el proyecto maoísta se volviera una máquina de muerte a mediados del siglo pasado. En otra intervención, Su Santidad dio una fantástica introducción al marxismo:
...de todas las teorías económicas modernas, el sistema económico marxista está fundado en principios morales, mientras el capitalismo se preocupa sólo de la ganancia y el interés. El marxismo se ocupa de la distribución de la riqueza en bases igualitarias, y en la utilización equitativa de los medios de producción.
También se compromete con el destino de las clases trabajadoras (esto es, de la mayoría) al igual que con el destino de aquellos con menos privilegios y en necesidad. El marxismo se preocupa por las víctimas de la explotación impuesta por una minoría. Por esas razones, dicho sistema me apela y me parece justo...
El fracaso del régimen soviético fue, para mí, no el fracaso del marxismo sino el fracaso del totalitarismo. Por esta razón pienso en mí mismo como mitad marxista, mitad budista.
Pero lo que vuelve interesante esta última intervención es la manera en que el marxismo puede tener vigencia en el siglo actual como una ideología de paz: una forma de hacer converger el desarrollo espiritual y material de los pueblos. El líder espiritual tibetano recordó al siglo XX como un tiempo de guerra, y en contraposición, llamó a las generaciones más jóvenes a volver el siglo XXI un siglo de paz:
El siglo pasado fue de violencia. Si hacemos de el nuestro un siglo de diálogo, luego se volverá un siglo de paz. Yo no veré esto en mi tiempo de vida, pero debemos comenzar a trabajar en ello. Los menores de 30 [años] son la generación del siglo XXI. Ustedes deben detener la violencia con su voluntad, visión y sabiduría.