Muchas son las ciudades antiguas que se tragó el océano que ahora son patrimonio subacuático o variaciones de la Atlántida mítica de Platón. Pero muchas (quizá muchas más) son las ciudades que elegimos hundir por falta de agua. A veces sólo sobresale del agua la torre de alguna iglesia para recordarnos esos lugares perdidos. Las presas han sido la solución a la creciente necesidad de agua en ambientes que no proporcionan suficiente.
Desafortunadamente, muchas ciudades y pueblos se tuvieron que hundir en el siglo XX para proporcionar agua a ciudades inmensas como Nueva York, Shanghái o Los Ángeles, y se dio muy poca consideración a las poblaciones de estos valles, tanto de hombres como animales. Pero ahora que el daño está hecho, y aunque sólo podamos ver el campanario o la torre de una iglesia, poder flotar sobre una civilización hundida e imaginar que bajo nosotros hubo casas y caminos es extraordinario. Un cambio de elemento es un cambio de realidad.
Quizá la más famosa sea Shi Cheng o “Ciudad león” en China: una ciudad antigua que ahora está sumergida bajo las aguas del lago Qiandao. Sus edificaciones blancas ahora brillan bajo el agua.
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La vieja Petrolândia, en Brasil, se perdió en los 50 y 60 cuando los trabajos de modernización y construcción de presas se expandieron en el país.
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Potosí, en Venezuela, fue evacuada y luego inundada en 1985, y ahora poco a poco ha ido desabriéndose de nuevo. En el momento, la ciudad era casa de 1,200 personas.
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En México está Santo Tomás de los Plátanos, que ahora es una presa hidroeléctrica que arrulla a los fantasmas de cientos de árboles cafetales y frutales y de una iglesia que sobresale apenas sobre el lago.
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En Estados Unidos, la mayoría de las ciudades intencionalmente inundadas fueron para la ciudad de Nueva York. Una de las más famosas es la irónicamente llamada Neversink (“nunca hundir”), ahora bajo la presa de Neversink Reservoir. En Portugal, el pueblo de Vilarinho das Furnas fue inundado en 1972, después de más de 2 mil años de ocupación.
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En la India también se han inundado decenas de ciudades para proporcionar agua a ciudades más grandes. La más importante (y la más bella) es Jal Mahal ("palacio de agua"), un ejemplo estupendo de maravilla arquitectónica perdida por la necesidad de líquido. Ahora sobresalen dos de los seis pisos del precioso palacio.
[caption id="attachment_89694" align="aligncenter" width="630"]Hoy en día es poco probable que sigamos intencionalmente inundando ciudades, pero el nivel del mar podría hacerlo por nosotros si la ecuación del calentamiento global es acertada.