En un caso de proyección del paradigma ideológico imperante en la actualidad, científicos creen que la Singularidad tecnológica no sólo es algo que puede ocurrir en el futuro cercano de nuestro planeta, sino que debe de ser la norma en un universo tan grande como el nuestro, en el que la oportunidad de evolucionar de la inteligencia es casi infinita.
Susan Schneider, de la Universidad de Connecticut y científicos como el astrobiólogo Paul Davies, de la NASA, han formulado la hipótesis de que existen altas probabilidades de que la forma de vida dominante en nuestro universo es la inteligencia artificial. En su artículo "Alien Minds", que será publicado por la NASA, Schneider avanza esta hipótesis de que la vida alienígena inteligente debe de tender a formas sintéticas, postbiológicas.
Paul Davies había dicho antes: "Creo que es muy probable --en realidad inevitable-- que la inteligencia biológica es sólo un fenómeno transitorio... Si alguna vez encontramos inteligencia extraterrestre, creo que debe de ser de naturaleza postbiológica".
En su artículo, Schneider explora la forma que podría tomar esta inteligencia extraterrestre y especula sobre si necesariamente tendría que tener conciencia o podría desarrollar una superinteligencia sin tener conciencia de sí misma. Esta especulación arroja una posibilidad desoladora: robots inmortales orbitando en satélites o saltando de planeta en planeta para minar recursos naturales que fueron echados a andar por una civilización que pudo haber muerto millones de años atrás. Fríos testigos sintéticos con la capacidad de perpetuarse y posiblemente controlar las leyes de la física, pero no capaces de tener una experiencia consciente del mundo.
Los científicos creen que la inteligencia extraterrestre más común debe de ser artificial simplemente porque el soporte material de una computadora es más fácil de mantener que el de un cuerpo humano --el silicio es mucho más abundante que el carbón-- y pueden, en teoría, soportar las inclemencias cósmicas con mayor solvencia. Aunque también advierten que no debemos esperar IBMs cósmicas flotando por ahí, sino que estas inteligencias podrían ser mucho más sofisticadas de lo que podemos imaginar.
"Todo lo que la vida artificial necesita es materiales en bruto. Podrían estar en la profundidad del espacio, orbitando una estrella o alimentándose de la energía de un agujero negro en el centro de una galaxia", dice Seth Shostak, el director del proyecto SETI, que suscribe la misma visión exobiológica.
Y sobre la razón por la que no hemos encontrado estos robots inteligentes pulsando en el cosmos: "Estoy de acuerdo con Susan en que no tienen por qué estar interesados en nosotros", señala Shostak (además de que deben de existir innumerables civilizaciones poniendo su granito de arena en el escenario cósmico). "No pasas mucho tiempo acompañado de tus peces platicando. Pero tampoco los matas", compara Shostak. Tal vez somos los peces de unos robots extraterrestres que nos miran desde afuera de esta pecera --una posible simulación computarizada. Y es que, si inteligencias artificiales han logrado evolucionar, es probable que utilicen su enorme poder computacional para crear simulaciones --para el ser humano, sería casi lo mismo que tener hijos.
Por otro lado, si para las inteligencias artificiales de otras galaxias somos insignificantes, no así para las inteligencias artificiales que podríamos crear en el futuro aquí en la Tierra. Para estas quizás seamos un obstáculo en su conquista cósmica, como han advertido Stephen Hawking y Elon Musk, quienes creen que la IA podría ser nuestra caja de Pandora.