Es verdad que la vida puede ser más pesada para las personas que en general se preocupan, pero, no obstante las dificultades, la ciencia dice que esta propensión es un signo inequívoco de inteligencia.
Los “preocupones” tienen una fuerte habilidad para considerar el pasado y el futuro en detalle preciso, y por ello son mejores que otras personas para aprender de sus errores pasados y para prepararse para amenazas futuras.
Recientemente, algunos investigadores detectaron que los preocupones son mejores para inferir cuando una persona está mintiendo y más rápidos para detectar amenazas como humo en el cuarto a la hora de un incendio. Es decir, son más sensibles a su entorno que los que no se preocupan de nada. Ahora, un estudio en la Universidad MacEwan, que involucró a cientos de estudiantes, mostró que preocuparse va de la mano con tener una inteligencia más alta.
Las personas que se autoidentifican como preocupones o tienden a pensar en su propia tristeza también marcaron más alto en tests de inteligencia verbal. Al parecer, la tendencia a tomar en cuenta todo lo que tenemos alrededor aunada a nuestra propia miseria (sin ser condescendientes), tiene efectos potencialmente brillantes. Pero hay que tener en cuenta que existen muchas inteligencias distintas y que el hecho de no preocuparse de más por lo que acontece es también una de sus formas, y una de las formas de la tan cotizada ligereza existencial. Pero si eres una de esas personas que generalmente se preocupan, ten en cuenta que también tiene un lado luminoso.