El número áureo también rige el tiempo-espacio (así imprime un orden en el caos universal)

Lo más probable es que al fondo de las casi interminables secuencias de estructuras y demás manifestaciones anti-entrópicas se encuentre un indomable vacío al cual podríamos llamar caos. Pero también parece evidente que al interior de esta inercia omnipresente, de este lienzo impredecible, existen planos materializados de acuerdo a guías puntuales, por ejemplo la geometría, y es ahí donde se puede hablar de una coexistencia o superposición entre orden y caos.

Dentro de este pulso orquestado al que nos podríamos referir como orden, existe un protocolo puntual, una especie de preciosa brújula, que se conoce como el número áureo, el cual está impreso en la figura que rige los huracanes, en las galaxias espirales y los rizomas de los helechos, en incontables formas naturales que destacan por su limpieza y perfección (algo así como un eco arquetípico que guía el desdoblamiento geométrico).

También llamada proporción áurea, este protocolo ha orbitado el pensamiento humano, de manera consiente y explícita, durante alrededor de 2 mil 500 años. Algunos de los más brillantes pensadores y creativos de la historia han sostenido apasionados encuentros  con él: Platón, Euclides, Fibonacci, Kepler, da Vinci, Satie, Mondrian, Bartok y Mandelbroth, por mencionar sólo algunos. Y si bien desde hace tiempo se le adjudica como principio rector en fenómenos propios de la física, la química, la astronomía y la biología (además de en preceptos como la estética), recientemente se concluyó una investigación que asegura que también la topología del tiempo-espacio está delineada según este principio. 

El estudio fue encabezado por el Dr. Jan Boeyens, de la Universidad de Pretoria, y por el Dr. Francis Thackeray de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica. Y lo que estos investigadores concluyeron es que el número áureo, 1.618, es un principio matemático al cual sucumbe el discurso geométrico del universo. 

De acuerdo con los autores, en declaraciones recogidas por el diario británico Daily Mail, la "omnipresencia" de este principio sólo puede explicarse si lo consideramos en sí como una propiedad del tiempo-espacio.

Un aspecto convincente para asumir un carácter cósmico del número áureo se puede obtener con base en la ubicuidad de logaritmos espirales. Existen ejemplos espectaculares que incluyen la Galaxia Whirpool o M51, las ammonoideas, la forma de los nautilus pompilius (molúsco cefalópodo con forma espiraloide), el huracán Katrina y la distribución de planetas, lunas, asteroides y anillos dentro del Sistema Solar.

El argumento de que esta impactante consiliencia (auto-similaridad) emerja a partir de una restricción común del entorno, que sólo puede ser una particularidad intrínseca del tiempo-espacio curveado, resulta convincente.    

Esta nueva investigación sugiere algo que ya era bastante "intuible", sobre todo para aquellos que advierten la existencia de una cartografía ubicua, auto-replicable y trascendental, por ejemplo la geometría sagrada. En este sentido estamos, una vez más, presenciando la llegada de la ciencia a una fiesta que ya disfrutan, desde hace milenios, ciertas tradiciones místicas o intuiciones metafísicas. Pero no por ello deja de ser emocionante atestiguar cómo ese fascinante diálogo entre la ciencia y la mística va retomando su armonía, un fenómeno que no podría más que traducirse en beneficios para la realidad que, como especie humana, compartimos. 

Twitter del autor: @ParadoxeParadis

 

© 2017 - pijamasurf.com Todos los derechos reservados