El corazón en la oscuridad: sobre Interestelar (Christopher Nolan, 2014)

La crítica especializada y la no especializada han sido duras con el guión de Interestelar (Christopher Nolan, 2014) por pueril, engrandeciendo sus agujeros de lógica narrativa; asusta por las libertades científicas que se toma. En lo personal, empezaré de manera sincera, comentando que hace mucho que no veía una cinta que de verdad me hiciera viajar fuera del planeta en el que habito; simplemente me arrebató el aliento. Tuve la fortuna de verla proyectada en la presentación para la que fue pensada, en un cine IMAX, una proyección en 70mm.

Cooper (Matthew McConaughey) es un veterano piloto astronauta, pero ahora es granjero, porque estamos en el futuro donde los viajes al espacio han terminado, ahora lo que importa es el planeta, con opiniones negativas al pasado, donde imperaban los intereses por expandir los horizontes espaciales de tiempos anteriores antes de que diera lugar el arreglo a la gran crisis internacional, que nunca se explica del todo. Cooper lleva mucho tiempo sin pilotear una nave, y todo el trabajo en sus maizales se hace por medio de robots; el trabajo manual está extinto. Hubiera sido genial un Cooper gordo, puesto que sería la lógica de no tener que tener que trabajar físicamente, pero Hollywood tiene su lógica. Esa misma lógica hollywooodense impera en el guión, arriba de cualquier sentido común para que Cooper sea el mejor piloto del país sin haber volado una nave en años, además de que en esos años las naves supongo que han cambiado mucho; el gallardo Cooper se comporta y domina la situación como si viniera del entrenamiento diario. Se ve forzado a pilotear una nave completamente nueva y volarla fuera del planeta, enterándose ese mismo día del plan para salvar la Tierra: poblar un lejano planeta junto a un hoyo negro espacial.

Cuando la pequeña nave comparada con todo el cosmos comienza a viajar por la Vía Láctea es donde todas estás cuestiones mentales dejan de importar, por lo menos a mí. Además de que no entiendo por qué todos los detractores de la película olvidan que todos esos flicks o series de ciencia ficción serie B o de las majors de décadas anteriores a los noventa, no estaban sostenidos en ninguna lógica científica en su mayoría: era la imaginación del hombre liberada de cualquier cadena científica. No dejaban de ser divertidos; todo lo contrario: mucho más cerca del cine de aventuras que de la “hard sci-fi” literaria.  

Recorriendo por completo nuestra galaxia la nave luego tiene que viajar por un agujero de gusano (wormhole), que no es el agujero negro planteado en la trama posteriormente, para poder recorrer una distancia abismal en poco tiempo.  El drama llega a su segundo acto a través del cine en el cine con un claro homenaje doble a la forma de viajar del halcón milenario de La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977), que también usaba agujeros de gusano y a 2001: Odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), cuando el viaje del Dr. Bowman se transforma en una introspección cósmica. Es un túnel, umbral donde existen distorsiones en el espacio-tiempo, que alguno de los científicos a bordo toma como apretón de manos con la inteligencia extraterrestre que los ha llevado hasta ahí, con alucinantes efectos visuales en plano detalle. La película inicia proponiendo evoluciones temporales irregulares, en la manera como los personajes viven dependiendo su relación espacial. El tiempo se desenvuelve de maneras distintas, respectivo al lugar donde trascurre. Así los hijos de Cooper se vuelven adultos, alcanzando la edad de su padre, habiendo permanecido en la Tierra. Esta relación es reveladora respecto a poder volver física una noción espiritual que sucede en realidad: las almas de padres e hijos son de distintas edades en sus encarnaciones planetarias, aunque de manera física no lo vemos así, e Interestelar logra comunicarlo. En algún momento alguien del grupo de exploradores se vuelve viejo, mientras otros permanecen jóvenes; esto porque los otros bajan a explorar un planeta, mientras el viejo permaneció en la nave. La manera, la actitud como reacciona la persona que se quedó en la nave es ciencia ficción de la más pura en esa escena: con cabello cano, siendo afroamericano que empata con lo pálido del interior de la nave, contrastando con su bata de abuelo. Anonadado, ha estado jugando ajedrez consigo mismo por décadas; parece que ellos vienen de un sueño profundo, que él mantuvo entre sus juegos de ajedrez. 

Al descender a explorar el planeta con atmosfera acuífera perdí todo contacto con la realidad como espectador hipnotizado. La manera como está filmada la secuencia es por demás avasallante. Las olas a nivel salvajemente capturadas por la cámara de Hoyte Van Hoytema se van convirtiendo de un acto físico en un espejismo de la animación 3D sumamente bien elaborada. Una cresta eterna, puente de inteligencia protozoaria líquida. Es aquí donde Nolan es un maestro del cine actual, en este tipo de bordados, logrando cosas que pocos pueden hacer; por ejemplo Cameron o Jackson, una punta de experimentación de nuevos modelos que afectarán cines futuros de espectáculo masivo. Los viajes a ras de ola se conjugan con monumentales olas destructoras y la nave exploradora junto. Nolan es un especialista en unir el efecto físico con el efecto digital, a tal grado que lo que vemos en pantalla se vuelve una realidad incuestionable, sobre todo proyectada como debe de ser proyectada. En conjunto a la manera como está editada la secuencia, se vuelve vertiginosa; al contrario de muchas tendencias actuales, la cámara no intenta llamar la atención sobre si misma, es invisible. Sencillas tomas; lo que está enfrente es más importante, pero la yuxtaposición le da este formato de realidad cercana. Lo mismo con el viaje espacial: la cámara permanece objetiva, con planos cortos, que permanecen a una distancia pertinente para no afectar su objetivo, sobrio. 

Interestelar no intenta ser un documental científico para televisión, ni película art house ni experimental; es un cine de espectáculo que hereda la idea del pionero del cine, Georges Méliès, con su Viaje a la luna (1902). Ofrece un divertimiento al espectador, trasladándolo a un mundo lejano por medio del cinematógrafo en su más pura esencia de ilusión mecánica. Así fue como Julio Verne escribió sus novelas, sin ningún sustento científico; pero, curiosamente, ese tipo de visiones son las que se vuelven realidad humana.   

Hay ideas que plantea la película que bajo esta óptica del mundo construido representando un posible futuro resultan impactantes. Por ejemplo se habla de un plan espacial secreto institucionalizado, impulsado por el gobierno en el futuro para eliminar población pobre por falta de producción alimentaria, llegando inclusive a la conclusión de lanzar misiles atómicos desde la estratósfera hacia la Tierra. La NASA se niega a hacer esto, y ante un gobierno desmembrado (no se explica muy bien cómo se resuelve la crisis) sigue operando la NASA independientemente, de forma secreta. La sola idea de este genocidio masivo, disfrazado de evolución social, resulta al mismo tiempo realista y escalofriante. Aunque falte información para robustecer el guión y llegar a mCorsiones en el espacio tiempo. nes en el espacio tiempo, a hacer eso por cierto en la trama del filme. Pero la sola idea resulejores resultados, la idea de la colonización espacial no está lejos de la realidad. Por otro lado se plantea continuamente un positivismo hacia la colaboración tecnológica con la inteligencia artificial, que resulta benévola en todo momento para el hombre. Hay un personaje que resulta ser el más simpático de la tripulación y que, fuera del homenaje a las series televisivas de los setenta y ochenta, resulta ser una esperanza para los que estamos asustados con la manera en que nos estamos relacionando con la tecnología o  con otros seres humanos por medio de la tecnología. Este personaje es un robot, CASE, a quien el actor Josh Stewart brinda vida con su voz, recordando el trabajo de Scarlett Johansson en Her (Spike Jonze, 2013): es lograda la relación con los humanos, hay empatía.

Cooper y la Dra. Brand (Anne Hathaway) pueden encontrar el amor en la misión espacial, un amor que sale del encuadre de lo acostumbrado en este tipo de películas 100% comerciales, sin lógica alguna, fuera del tipo de los protagonistas y la manera como están fotografiados. Es la comprensión científica de ambos hacia la realidad total, “the big picture”, de todo. Esta característica esta planteada en el personaje de Cooper desde un inicio (sobre todo en la relación con sus hijos) y en cada secuencia subsecuente en la doctora Brand. Encontrarse en un sentido más amplio como seres multidimensionados, fuera del traje de astronautas. Un amor comparable al poema de Dylan Thomas que otorga a la cinta un leitmotiv trascendental: “No entres gentilmente en esa noche obscura…”.

Parece que el estudio que produjo el filme, Legendary Pictures y la distribuidora Paramount ya estaba alterándose por los resultados en taquilla tempranos, que suelen ser básicos para su manera de pensar. La película no había logrado los números previstos en las salas de Estados Unidos y a la fecha no ha ganado lo calculado; lleva apenas 147 millones 90 mil dólares recuperados en box office, de los 165 millones invertidos en la producción. Parece no ser negocio, ¿verdad? Y es triste pero, de haber logrado lo lógico worldwide, quizás la carrera de Nolan hubiera terminado; así es Hollywood: vales el dinero que hace la última película que hayas exhibido. Pero en la ecuación no habían tomado en cuenta la exuberante cantidad de dinero que haría proyectada en el resto del mundo, sobre todo en China, territorio donde hizo 82 millones 700 mil dólares en tan sólo 12 días. En todo el territorio internacional, sin contar E.E.U.U. ha ganado la sorprendente cantidad de 542 millones 235 mil 482 dólares, y sigue sumando. Una cantidad sorprendente, además de no contar con el acostumbrado formato 3D para estos intereses.  

Se le crítica a Interestelar también por su antropocentrismo, sin mencionar su lado humanista tecnológico. La cinta de Christopher Nolan tiene final feliz por supuesto, y es un final que podría ser el de la humanidad en un futuro que supera la crisis mundial. Lo que no queda claro es si ese final incluye a toda la población mundial. Supongo que es parte de la  evolución de la vida hasta que podamos desarrollarnos como máquinas en alto grado, y quizás en ese momento lograremos finalmente autoprogramarnos para sentir compasión.

Fuentes del box office: boxofficemojo.com y cinemania2000.com

Twitter del autor: @psicanzuelo

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