Igual que Heráclito, nunca nos bañamos dos veces en el mismo río, porque las aguas cambian con nosotros. Así sucede con las historias. Nunca las leemos de la misma manera. Si son traducciones, cambian; si se trasladan a otro soporte, crecen. La película, el musical, la serie de televisión que se construyen a partir de un texto no compiten con el original, lo expanden. Harry Potter, Los juegos del hambre, El Señor de los Anillos son algunas de las sagas más celebradas tanto en papel como en pantalla. Salieron del libro, se transformaron; nos hacen leerlas en otros lenguajes, trascienden su realidad literaria.
Varias publicaciones recientes y sus versiones en cine muchas veces son vistas con recelo por la crítica, porque abundan las fórmulas repetidas y los romances superficiales. Pero algunas han atrapado a un público amplio de lectores y especialistas, más allá de la mercadotecnia que las rodea.
Y ya sea que primero se llegue al libro o a la película, las historias se quedan. Y nunca son las mismas.
He aquí algunos datos "detrás de cámaras y prensas" de películas y libros taquilleros, algunos próximos a estrenar.
Markus Zusak (Debolsillo, 2009)/ Brian Percival (Fox 2000 Pictures y Studio Babelsberg, 2013)
Todo lo narra una voz que no puede apiadarse aunque sufra. Es la voz de la muerte.
Al principio, esta voz provocaba pesadillas y escalofríos a su escritor. Tanto que probó cambiarla. Reescribió 100 páginas pero la voz de la muerte regresó, se impuso, y lo que iba a ser una novela corta se convirtió en una historia de casi 600 páginas.
La protagonista originalmente era una niña que vivía en Sidney (lugar de residencia de Zusak) y se robaba un ejemplar del libro El guardián entre el centeno. Luego el escritor se dio cuenta que ese personaje podía encarar una historia que llevaba muchos años queriendo escribir, una inspirada en las experiencias de sus padres en Alemania y Austria durante la Segunda Guerra Mundial, y en las historias sobre nazis que oía de niño (en la línea del Diario de Anna Frank).
Para encontrar a esa protagonista, el director de la película había hecho castings en Inglaterra, Alemania, Austria, Suiza, Australia y Estados Unidos, pero ninguna actriz lo convencía. Zusak se enteró y se animó a sugerir a Sophie Nélisse, una niña a la que había visto en la película francesa Profesor Lazhar. Y fue entonces que empezó el rodaje.
Ya se sabe: no todo lo que sucede en el libro se puede filmar. Uno de los momentos favoritos del director no fue filmado porque le parecía complicado: cuando el niño, Max, imagina que boxea contra Hitler. Aunque contó con actores taquilleros y producción pirotécnica, la película decepcionó a la mayoría.
Suzanne Collins (Océano, 2011)/ Francis Lawrence (Estreno: noviembre 2014)
Un día haciendo zapping en la televisión, Suzanne vio fragmentos de un reality show y luego, en otro canal, de una guerra. Hizo la asociación y quedó sorprendida con la idea. Cuando empezó a escribir su trilogía evocó también el circo romano y el mito griego de Teseo y el Minotauro (Atenas envía 14 tributos, siete hombres y siete mujeres, a Creta, donde serían arrojados al laberinto y devorados por el Minotauro. Teseo se ofrece de voluntario y vence al monstruo). Muchos han señalado las enormes similitudes del argumento de su historia con el de Battle Royale, una novela del escritor japonés Koushun Takami, publicada en abril de 1999, también adaptada al cine y con una versión en manga que hizo el propio Takami. Collins ha dicho que no conocía la novela. Como sea, su saga se defiende y las películas han funcionado, tal vez porque la autora participa en la escritura de los guiones.
Gary Ross, el director de la primera película, afirmó que se volvió fan de la trilogía porque sus hijos le dijeron que tenía que leerla. No quiso dirigir la segunda ni la tercera parte porque argumentó que no tenía tiempo (o más bien no le daba tiempo al ritmo que exigían las productoras; al parecer él quería cuidar más los detalles). Sinsajo, la última parte de la trilogía, se dividirá en dos películas. Algunos fans se quejaron duramente de la partición. Olvidan que, al final, en estas producciones no manda el escritor, ni el director ni la historia, sino el mercado.
John Green (Nube de tinta, 2013)/Josh Boone (Fox 2000 Pictures y Temple Hill Entertainment, 2014).
John Green ya era un escritor tan popular que antes de publicar Bajo la misma estrella varios cineastas querían revisar el manuscrito de la novela con la promesa de hacerlo película. Green no autorizó a su agente que lo mostrara, y una vez publicado el libro (que rápidamente alcanzó los primeros lugares de ventas) dijo que no quería una versión en cine. Pero solo se resistió un par de meses. Año y medio después se estrenó la película. Ha sido el libro más prontamente hecho película de esta productora.
Inspirado en un voluntariado que hizo en un hospital infantil cuando tenía 21 años, Bajo la misma estrella en un principio no era una historia de amor sino la de un grupo de niños de 12 años con cáncer que se salían a escondidas del hospital para reunirse en una cueva. Al autor no le cerraba la idea. Entonces recordó a Esther Earl (a quien dedica el libro), una joven amiga suya que murió de cáncer en el 2010, cuando tenía 16 años. Esther también publicó un libro donde cuenta, con la ayuda de sus padres, su historia. Se llama This Star Won’t Go Out (Una estrella que no se apaga, Nube de tinta).
El título del libro de Green en inglés (The fault in our stars) está inspirado en una frase de un personaje de la obra Julio César de Shakespeare, llamado Casio, que dice: “¡La culpa (…) no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores!”.
J. R. R. Tolkien (Ediciones Minotauro, 1982)/ El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos, Peter Jackson (Estreno: diciembre 2014)
Tolkien escribió esta novela a lo largo de 10 años para divertir a sus hijos. Presentó un manuscrito inacabado a varias editoriales hasta que una le ofreció publicarla en cuanto lo terminara. Fue el primer texto en donde exploró el universo mitológico de la Tierra Media.
Cuando Peter Jackson quiso filmar la trilogía de El Señor de los Anillos, ninguna productora creía en el proyecto. Cuenta la especialista Kristin Thompson que Hollywood ya no tenía mucha fe en el género fantástico, pero Jackson quería demostrar su potencial y proponía hacer seis películas, dos por libro (como sugiere la división del propio Tolkien, que divide cada libro en dos: Libro Primero y Libro Segundo, Libro Tercero y Libro Cuarto, etc.). Si hubieran sabido el éxito que iba tener lo hubieran dejado filmar las seis películas. Por eso, para El Hobbit, le permitieron todo. ¡Hasta cambiar el formato del cine a uno de 48 cuadros por segundo! y convertir un solo libro (de 300 páginas) en una saga de tres cintas.
Pero las dos entregas de la trilogía de El Hobbit no han convencido. El uso (para algunos abuso) de imágenes generadas por computadora (CGI), lo acercan más al videojuego que al cine. Esta afinidad con el juego de video es deliberada y es una tendencia estética en las películas del género, pero más allá de los efectos especiales, la necesidad de extender la trama no ha derivado en una historia verosímil y atractiva. Mientras que la novela se siente como esa obra semilla, llena de acción, de la que surgirá todo un universo, con una condensación de personajes y atmósferas que mantienen la tensión dramática en cada página, en la película predomina un reciclaje de recursos. Jackson inventa, sin mucha armonía, nuevos personajes y anécdotas para ganar tiempo, innecesario, como el romance entre el enano y la elfa en la segunda entrega o la ampliación del mago Radagast el pardo, que apenas es mencionado en el libro. Mete a fuerzas personajes que encarnaron actores taquilleros como Orlando Bloom y Cate Blanchet, más como gancho comercial que como búsqueda creativa. Se ve un engolosinamiento con la Tierra Media, pero más con su presupuesto millonario.
Pero también es cierto que es un deleite visual regresar a la Tierra Media. Jackson arriesga y acierta en muchas escenas manteniendo ese tono más oscuro que ha marcado sus adaptaciones y haciéndonos disfrutar por más horas de la épica fantástica de Tolkien. Aunque la primera y la segunda parte de la trilogía de El Hobbit se enfocan más en el viaje de Bilbo, esta tercera parte, subtitulada como La batalla de los cinco ejércitos, retomará otros escritos de Tolkien de la Tierra Media para explicar, por ejemplo, a dónde fue Gandalf cuando dejó a los enanos en el Bosque Negro. Ojalá que el cierre de la trilogía sea más sólido.
James Dasher (V&R Editoras, 2010)/ Wes Ball (Estreno: 11 de septiembre)
Otra novela más situada en un contexto distópico. La distopía se ha puesto de moda. Seguramente porque estas realidades apocalípticas de jóvenes en transición simbolizan bien el fin de la infancia y la lucha por sobrevivir a la adultez (¿no es la infancia un pequeño fin del mundo?, ¿no promete la adultez, como le prometen a los personajes, "un nuevo comienzo"?)
Maze Runner recuerda mucho a El señor de las moscas, pero con su requerida dosis de videojuego futurista. El ritmo del libro es vertiginoso y golpea, igual que el planteamiento inquietante del laberinto. La forma en que se extiende y traduce ese mundo en el cine convenció a la mayoría. El autor se involucró mucho en la producción e incluso en la elección de los actores, y antes de empezar la filmación, todo el grupo de actores se fue de campamento para acerarse a la experiencia de ser un Habitante del laberinto. La parte de la novela en la que Thomas y Teresa se comunican telepáticamente fue eliminada de la película porque el guionista convenció al autor de que era muy cursi. A veces las películas editan con acierto al original, otras veces, como en el desastre fílmico de La brújula dorada, alejan, injustamente, a posibles lectores.
Pero cada soporte ofrece historias distintas, cada vez, igual que probar el agua de un río que cambia cada día.
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