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Es bien sabido que Joseph Campbell affirmó que todas las religiones son verdaderas, pero ninguna "literalmente". Todos los estudiosos de las religiones, desde Mircea Eliade hasta Carl Jung, parecen sugerir un sustrato común en toda historia sagrada; una confluencia y variación de los múltiples rostros que toman los dioses, al igual que sus devotos antagonistas, los héroes y los humanos.
La necesidad de creer debió preceder a la escritura, por lo que obtener registros de las creencias más arcaicas de la humanidad es trabajo de los estudiosos del canto y la oralidad de los pueblos, pues las canciones y las oraciones suelen guardar una pista que permite trazar su ascendencia dentro del horizonte simbólico humano.
La narrativa del profeta solitario y la reina blanca, los lugares de recreo y placer, así como las geografías y aritméticas del castigo, atraviesan todas las religiones del mundo, y esta imagen es una buena manera de apreciar su sincronicidad. También podemos notar cómo las creencias han sido necesarias de una forma u otra a lo largo de la historia de la humanidad: ya sea como estrategia de poder político o como refuerzo de la ideología dominante, la pregunta no es: "¿debemos creer en algo o no?", sino: "¿en qué?".