Desde 1969, uno de los lemas comerciales de Coca-Cola ha sembrado un significado dudoso a las palabras "real" y "cosa": The Real Thing, corbata de Coca-Cola, es un ícono demasiado cercano, demasiado visible y tal vez demasiado planetario como para notar aún su particular atracción. Este artista extrajo la esencia real de la Coca-Cola en una instalación.
El artista Helmut Smits se puso la misión de mostrar lo real dentro de la cosa real, o al menos de crear una instalación que "deconstruyera" la impura realidad de la soda, devolviéndole su pureza real: The Real Thing, la versión de Smits del slogan, es una instalación que transforma una botella de Coca-Cola en unos cuantos mililitros de agua mediante un procedimiento simple pero simbólicamente poderoso.
"Soy muy crítico con las grandes compañías, así que claro, Coca-Cola es la compañía más grande de todas, y en ese sentido son inspiradores". Su metodología de trabajo consiste en elegir un asunto y tratar de observarlo desde la perspectiva de un extraterrestre, un procedimiento que recuerda al del extrañamiento de los formalistas rusos pero aplicado a las nociones simbólicas más cotidianas, no sólo a la literatura.
The Real Thing tiene también algo de protesta, pues es una oportunidad para dimensionar la forma en que el neoliberalismo establece nuevos significados y poco a poco transforma al mundo en una versión corporativa de "lo real". Sorprende, por ejemplo, que en ciertos países de África, Asia y América es más sencillo (y barato) conseguir Coca-Cola que agua limpia. La empresa sostiene este estado de cosas a través de programas como el Water and Development Alliance (WADA) para llevar agua limpia y servicios sanitarios a millones, mientras sigue llenando de azúcar las venas de los mexicanos y sorteando impuestos con versiones más pequeñas de sus productos.
Smits concluye: "Así que me puse a ver una Coca-Cola, pero como si nunca la hubiera visto antes. Y luego miré esta agua sucia, café. Era lógico filtrarla para extraer agua limpia".