El sexo no vende, y los compradores de lencería compran menos productos anunciados por rubias de lo que uno pudiera pensar. Al menos esas son algunas de las conclusiones de Adore Me, una compañía francesa de lencería, especializada además en el manejo de grandes flujos de data.
¿Cómo se da esta unión tan improbable de un geek dirigiendo una compañía de lencería? El chiste se cuenta solo.
Su creador, Morgan Hermand-Waiche, es egresado de la École de Mines, el "MIT" de Francia. Adore Me no sólo vende lencería, sino que analiza los patrones de compra de las imágenes que más lencería venden. Este análisis se realiza con variables tales como la postura de la modelo, la conjunción de color de cabello / lencería / posición, además de la interacción con la cámara (si fijan los ojos en el lente o en otro lado, etcétera).
Hasta ahora, la modelo que más vende es la morena brasileña Simone Villas Boas. Hermand-Waiche explica que "la imagen tiene un enorme impacto de ventas cuando se trata de moda. Compras el producto no por cómo se ve, sino por las emociones que el producto te proporcione y que tú quieres producir a través del producto".
Nunca la función de la belleza quedó mejor expresada. Sin embargo, su expresión es una definición de mercado, así que en cierto modo el inapresable objeto mental que perseguimos en la mercancía, en el fetiche y en nuestro mundo plagado de imágenes no es más que la comparación entre dos expresiones de una misma mentira que nos hemos enseñado a creer. Así que recuerden: las rubias no venden ropa interior; lo mejor es una morena en un sofá, mesándose el cabello.