Nuestro mundo puede definirse como aquel en el que las fiestas paganas, los sacrificios y los mitos primordiales fueron reemplazados por las fiestas del consumo masivo --la reapropiación de los significados por las marcas y el mercado para crear mejores productos y llamarnos a la acción (ya no a la guerra ni a la ablución sino a la compra).
En la vorágine perenne de hacer que se vendan más productos y ganar más dinero, mercadólogos este año se han superado empezando la promoción navideña desde septiembre, con los primeros visos, y cobrando ya una intensidad sostenida en octubre --sólo salteada por la venta de disfraces de Halloween (algunas marcas incluso utilizan en su publicidad una especie de celebrity deathmatch entre Santa Claus y una figura disfrazada de Halloween y juntan todas las fiestas es un único continuum donde todos los días son el día de ir a la tienda).
El New York Times llama a esto "Christmas Creep", una crepitación aterradora en la que los consumidores son bombardeados por ofertas navideñas y peticiones emocionales que los hacen entrar de manera anticipada en el modo de conducta de las fiestas decembrinas. De alguna manera, en el juego de la respuesta huir o pelear (fight or flight), es como si metieran el tigre de dientes de sable a nuestra casa 3 meses antes --un holograma del mismo-- de que apareciera en la selva, colocándonos en un estado de estrés donde la amenaza es un fantasma.
La idea detrás de esta estrategia de marketing es pegar antes de que el mercado esté completamente saturado. Chris Lindland, de Betabrand, explica al New York Times su idea de usar el humor y la sátira para posicionarse desde antes y hacer de "la Navidad, el de Día de Acción de Gracias y Halloween un sólo Cerbero de tres cabezas de shopping... El año pasado, el Viernes Negro sangró hacia el Día de Acción de Gracias y la locura de las compras online inició a principios de noviembre", por lo que este año hay un "beneficio viral" de invadir el espacio público antes.
Así las cosas, algunas semanas antes de que tengas en la cabeza ese irritante jingle del comercial navideño que ya viste 100 veces y que apela a tu lado reptiliano del cerebro para que compres algo para ti, para que puedas ser feliz. "Esta Navidad date un regalo"...