Cada uno de nosotros tiene gustos especiales, a veces únicos, la singularidad subjetiva que nos hace preferir los chocolates sobre los dulces o las mañanas de invierno sobre las noches de verano, inclinaciones que pueden potenciarse hasta consolidar un sello distintivo, un estilo personal que a su vez puede canalizarse y transmitirse y, entonces, dar lugar a una criatura extraña: el artista.
En el caso de los cineastas, resulta interesante considerar cómo dicho estilo puede fundamentarse también en un puñado de obsesiones visuales, motivos que, como los “MacGuffins” de Alfred Hitchcock, pueden ser incluso absurdos y arbitrarios y, sin embargo, significar algo para el director.
Otras veces, sin embargo, el motivo puede ser menos enigmático e incluso mucho más obvio y hasta brutal. Por ejemplo, el gusto de Quentin Tarantino por las muertes violentas, un motivo cuyo origen podría encontrarse en las llamas películas de “lado B”, cierta estética cinematográfica japonesa y también la atribución de una expresividad propia, como si los hechos violentos también pudieran ser apreciados estéticamente.
Hace unos días, el usuario Jaume R. Lloret subió a Vimeo una compilación de todas las muerte ocurridas en los largometrajes de Tarantino, desde Reservoir Dogs (1992) hasta la más reciente, Django Unchained (2012), una decena en la que no escasean ni la sangre ni las balas ni las situaciones extraordinarias de crueldad.
El video es interesante en la medida en que nos descubre esa perversión que, sin duda, no nos parece tal por el artificio en que la convierte el cine.