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Impresionados por todo lo que la tecnología nos está dando, a veces olvidamos preguntarnos qué es lo que nos está quitando. A los puristas les fascina culpar a internet de todo, desde hacernos más tontos hasta ser el arma perfecta de las dictaduras. Pero, como bien señala Michael Harris siguiendo las observaciones de Melvin Kranzberg, “la tecnología no es buena o mala. Lo más que podemos decir acerca de ella es esto: que ha llegado”.
Harris, autor de The End of Absence: Reclaiming What We’ve Lost in a World of Constant Connection, escribe sobre cómo la tecnología afecta a la sociedad, siguiendo los pasos de Nicholas Carr y su crítica en The Shallows. Sin embargo, su acercamiento es distinto; en lugar de centrarse en los efectos de la conectividad, busca entender qué pasará con los jóvenes que nunca conocieron el mundo sin internet. Si naciste antes de 1985, sabes qué es vivir sin internet, transitaste la frontera del simple contacto análogo hacia la era de la superconectividad. Somos la última generación en la historia que vivirá sin internet, "los últimos en hablar ambos lenguajes”, "los traductores del antes y el después”.
Como muchos, lo primero que hace Harris en la mañana es sentir esa combinación de ansiedad y sorpresa por checar su correo en su teléfono. “En lugar de preguntarte '¿Qué debo hacer?', te preguntas '¿Qué he perdido?'”. Pero el problema no es internet mismo, sino cómo nuestra personalidad se engancha a él.
Como parte del trabajo del libro, Harris decidió pasar un mes desconectado. No es que haya tenido una epifanía, pero pudo tener una perspectiva diferente de su vida interior. El problema es que “cuando estas en medio de algo, eres incapaz de verlo apropiadamente”.
¿Recuerdas cómo era tu vida antes de internet?