En los últimos años, la ciencia ha empezado a considerar seriamente la posibilidad de que nuestro universo sea la proyección holográfica emitida desde el horizonte de sucesos de un agujero negro. Esta hipótesis, sin embargo, es una versión moderna de una idea recurrente en la historia del pensamiento: que el universo es una ilusión y que vivimos en una construcción artificial.
Científicos del Fermi National Laboratory de Illinois han lanzado recientemente un experimento en el que buscan saber cómo almacena información el universo, para poder determinar si vivimos en un holograma bidimensional (que ilusoriamente percibimos como un mundo tridimensional). "En el mismo sentido en que el personaje de un programa de TV no sabría que su mundo aparentemente en 3D sólo existe en una pantalla en 2D, podríamos no saber que nuestro espacio en 3D es sólo una ilusión. La información de la totalidad del universo podría estar codificada en pequeños paquetes bidimensionales", señala el comunicado de prensa.
El experimento busca detectar esos paquetes de información 2D de los cuales la realidad en 3D sería una representación. Cuando uno se acerca mucho a una pantalla se pueden observar los pixeles, pequeños puntos de data que conforman la imagen que vemos a distancia. El experimento parte de la hipótesis de que el espacio tiene un tamaño de pixel de 10 billones de billones de veces más pequeño que un átomo, lo que se conoce como la escala de Planck.
El director del Fermilab, Craig Hogan, explica que se intenta descubrir si el espacio-tiempo es un sistema cuántico al igual que la materia y está compuesto, por así decirlo, de partículas de información y tiene un aspecto digital. "Durante cientos de años hemos asumido que el espacio está hecho de puntos y líneas. Pero tal vez eso no es correcto --quizás está hecho de ondas, de la misma manera que la materia y la energía".
Como si se tratara de un ejercicio de ciencia ficción (pero no), los investigadores del Fermilab han construido un aparato que llaman holómetro, el cual consiste de dos rayos láser de alta intensidad que son fragmentados y enviados perpendicularmente por dos brazos de 40m. Después, en la punta de estos brazos, los rayos son regresados y son recombinados. La idea es que cuando los rayos hacen contacto con el "fragmentador" (splitter, en inglés), este aparato debería moverse de cierta forma haciendo que el brillo de los rayos fluctuara. Esta fluctuación luego sería analizada para determinar si ha entrado en contacto con lo que llaman "ruido holográfico" (o quantum jitter), que serían los mismos bits cuánticos que codifican el holograma del universo. De toparse con este "jitter" o fluctuación informática, se podría decir que vivimos en un espacio-tiempo holográfico; nos habríamos topado también con el límite de lo que podemos medir en nuestro universo. El holómetro está diseñado para descartar otro tipo de vibraciones, como la radiación de fondo o las emitidas por otros aparatos electrónicos
Hogan y su equipo creen que en un año podrán tener los primeros resultados.