El (otro) sueño americano: historias gráficas de migrantes centroamericanos en México (FOTOS)

El "sueño americano" es uno de los rumbos ideológicos más interesantes de todos los tiempos: sirvió a Estados Unidos para elevar la moral de la población después de la Segunda Guerra Mundial, aunque los orígenes del "sueño americano" puedan remontarse al tiempo de los primeros colonos británicos en América del norte, así como a la desastrosa doctrina Monroe. En ese sentido, el sueño americano es propiamente el sueño estadounidense, que sólo es accesible a estadounidenses.

El fotógrafo Nicola Okin Frioli decidió retratar el otro lado del sueño americano: el de los migrantes indocumentados que buscan una tajada del mismo y que (estadísticamente) sufrirán en carne propia las penalidades del viaje.

Las fotos muestran personas de todas las edades provenientes sobre todo de Centroamérica: salvadoreños, hondureños, guatemaltecos, nicaragüenses; hombres y mujeres se ven expuestos a la violencia de las pandillas, desde la Mara guatemalteca hasta los Zetas en México, sin contar con la corrupción de las autoridades fronterizas mexicanas, una trampa mortal que los migrantes deben atravesar guiados únicamente por la brújula onírica del sueño estadounidense.

El proyecto de Frioli comenzó en 2008 al visitar un centro para migrantes en Tapachula, Chiapas, México. "Es un esfuerzo para documentar el lado más dramático de la migración centroamericana, los accidentes y las mutilaciones", afirma Frioli. "El sueño roto de aquellos que cruzan México con la responsabilidad de sus familias y su modo de vida, y cuando no lo logran [se enfrentan a] mutilaciones físicas que podrían impedirles trabajar por el resto de sus vidas".

De este modo, "el otro lado del sueño no se refiere únicamente al 'sueño americano', sino también al intento fallido de tener una vida mejor, al sueño no realizado y a un futuro que nunca llegará".

Una mochila con el número telefónico de la familia de Salvador Santo, hondureño de 21 años, para evitar llevar datos personales por escrito que pudieran dar pie a extorsiones o secuestros. En 2013 se registraron 3,600 casos de extorsión, casi el doble que en 2012.

Silla de ruedas adaptada con un mueble de jardín, donada por Free Wheelchair Mission al albergue "Jesús el Buen Pastor" en Tapachula, Chiapas, en 2008.
Cuando el marido de Lydia murió hace dos años al caer de un tren de carga rumbo a EE.UU., esta gorra fue lo único que las autoridades le devolvieron a ella.
Armando, salvadoreño (izquierda), fue deportado la primera vez que trató de cruzar a EE.UU. por México. En su segundo intento subió por Tenosique, Tabasco, pero el tren le amputó el brazo. A la derecha, la prótesis de Celso, hondureño de 31 años, víctima de "La Bestia", el infame tren.

Teófilo Santos Rivera, de 42 años, de Panamá, fue víctima de la violencia de las pandillas. Al tratar de escapar saltó de un tren y se lastimó los pies. También sufre cirrosis epática y cáncer. En enero del 2014 los médicos le dieron 40 días de vida; la imagen fue tomada en Tapachula, en un nuevo intento por cruzar a EE.UU. para despedirse de sus hijos y nietos.

La ayuda médica para los migrantes por parte de las autoridades mexicanas está plagada de negligencia. Los mexicanos no sólo deberíamos exigir mejores condiciones migratorias a EE.UU., sino ofrecerlas nosotros mismos para los migrantes centroamericanos.

Una cruz, una gorra o una cadena de oro falso en el desierto es, muchas veces, toda la evidencia que queda de lo que antes fue una persona.

Botella de agua con agujeta. Sirve para amarrarla al tren y no perder el vital líquido.

 

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