En el mundo clásico tenemos la noción de un camino que ejerce menos resistencia, también llamado "camino del deseo", en el que un objeto viaja de un punto a otro de la forma más eficiente posible. Esta noción, sin embargo, se complica enormemente cuando la queremos aplicar al mundo fantasmagórico de la física cuántica.
En el caso de las partículas subatómicas que pueden existir en estados de superposición que sólo se rompen cuando las partículas son "tocadas" (o medidas) por el mundo exterior y colapsan a un estado único, encontrar el camino que siguen de un punto A un punto B resulta casi imposible. Sin embargo, científicos han logrado aislar sistemas cuánticos de su medio ambiente para que puedan ser medidos sin que colapsen inmediatamente.
Usando un aparato conocido como circuito superconductor, físicos de la Universidad Washington de Saint Louis lograron registar los estados cuánticos de energía de un átomo en una trayectoria para generar esta imagen: "el camino cuántico del deseo".
"El camino cuántico del deseo", una imagen que nos deja en un terreno intermedio entre el asombro científico y el deleite estético (ayudado, tal vez, por el apelativo prosopopéyico del "deseo cuántico"). Un garabato atómico que esconde los vaivenes en el corazón de la materia.