El término “nómada” hoy en día es una metáfora común para el errante a la deriva. Pero de hecho, el movimiento de los nómadas tradicionales está lejos de ser azaroso: es tanto predeterminado como sistemático. La mayoría de ellos vive en áreas marginales como desiertos, estepas y tundras, en donde la movilidad se vuelve una estrategia lógica y eficiente para recolectar recursos escasos que están dispersos de manera desigual a lo largo de territorios grandes. Quizá estemos llegando al día en que los nómadas que aún caminan el mundo sean las últimas generaciones. El fotógrafo Jeroen Toirkens creó un fascinante libro visual de los últimos nómadas del hemisferio norte, desde Groenlandia hasta Turquía.
Nomad tomó una década en completarse. Despliega 150 fotografías en blanco y negro que revelan lo que se siente como una realidad alterna, a veces severa, a veces absolutamente poética. Las culturas nómadas, mediante este libro, aparecen como una suerte de isla en el océano de las “otras culturas”. Algo tan lejano al nuevo orden mundial, lleno de ciudades y marcas de civilización, que parece imposible.
Jelle Brandt Corstius, en el prólogo del libro, explica:
Desde los comienzos del tiempo, la gente nómada ha recorrido el mundo. Buscando comida, alimentando a su ganado. Buscando una existencia, libertad. Viviendo en lo salvaje, las montañas, desiertos, tundra y hielo. Con solamente una delgada capa de tela entre ellos y la naturaleza. La Tierra en el siglo XXI es un lugar atestado, calles y ciudades en todas partes. Sin embargo, de alguna manera, estas personas se aferran a tradiciones que se remontan a los comienzos de la civilización humana.
En su totalidad, el libro es un bello ejercicio de cambio de perspectiva. Nos invita a dirigir nuestra atención e imaginación a una parte del mundo (nuestro mundo) que funciona bajo otras leyes y está en constante movimiento. Es otra manera de pensar en la condición humana y su relación con la naturaleza.