En sus inicios, los superhéroes de las "tiras cómicas" del siglo XX fueron una mezcla de humor y heroísmo; una voluntad moralista de imponer el bien por medio de la fuerza se equilibraba con los vistosos y cómicos atuendos que los caracterizaban. Sus diseños zoomórficos recordaban a los arquetipos naturales, y el origen de sus misteriosos poderes recordaba tanto a los dioses antiguos como a los nuevos: la ciencia, la exploración atómica y genética, así como las temidas mutaciones durante la era atómica.
Pero, en nuestros días, las películas de superhéroes tienden a retratarlos a través de una vulnerabilidad nostálgica que es apenas reminiscente de lo humano; así, vemos los conflictos existenciales de Superman, Batman, Spiderman, Thor o el Capitán América como reflejos del angst de nuestros días, y podemos identificarnos más con sus momentos de agonía interna que con sus épicas batallas para salvar al mundo.
Este es el espíritu predominante en la serie The Quest for the Absolute del fotógrafo Benoit Lapray, quien utiliza la descontextualización del superhéroe en el medio urbano colocándolo enmedio de la naturaleza para expresar la soledad existencial de una no-tan-super existencia. Las imágenes recuerdan un poco a aquella pintura clásica de la personalidad romántica, obra de Caspar David Friedrich, El caminante sobre un mar de nubes: un personaje solitario que da la espalda al observador, a diferencia de las pinturas del Renacimiento y el retrato aristocrático, contemplando desde la cima de una montaña la bruma y la inmensidad del paisaje como quien contempla su propio reflejo, como si la naturaleza fuera la única medida de la grandeza --y de su infinita soledad.