Como el efecto placebo, el optimismo puede curar tu cuerpo

“Cúrate a ti mismo” es un ensayo de la periodista científica Jo Marchant en el cual, por medio de la revisión de distintas investigaciones, llega a la conclusión de que la forma en que pensamos acerca de los tratamientos médicos afecta definitivamente en su efecto sobre nuestros cuerpos. Sobre todo, Marchant hace hincapié en cómo el efecto placebo, la soledad y el optimismo generan curación en el cuerpo.

Normalmente se ha asumido que el efecto placebo sólo funciona si la gente no sabe que en realidad no está tomando la sustancia que cree tomar. Sin embargo, en un estudio realizado en la Escuela de Medicina de Harvard, pacientes con síndrome de intestino irritable a los cuales se les avisó que estaban recibiendo placebos mostraron una mejora significativa en sus síntomas. Las implicaciones de estudios como este no sólo son médicas, sino que afectan a los campos de la filosofía y la espiritualidad. Las mejoras parecen improbables, pero resaltan lo fundamental que es la diferencia entre tomar “algo” y tomar “nada”. Los símbolos importan; tomarse un placebo es ya una señal al cuerpo de la intención de iniciar un proceso de sanación.

Como señala Marchant, “el realismo puede ser malo para tu salud”. Se ha comprobado que los optimistas reaccionan mejor a procedimientos médicos y se recuperan más rápidamente de padecimientos como el cáncer o enfermedades cardíacas. Y esto no es casual, pues el principal enemigo en estos casos es el estrés.

El estrés ha evolucionado para protegernos del peligro creando un estado de alerta que nos prepara para “pelear o huir”. Sin embargo, permanecer en un estado sostenido de estrés aumenta el riesgo de desarrollar padecimientos como la diabetes o la demencia. En cambio, permanecer optimista activa el estado llamado “descansar y digerir”, en el cual somos menos susceptibles a las enfermedades.

John Cacioppo, psicólogo de la Universidad de Chicago, ha dedicado su carrera a estudiar cómo el aislamiento social afecta a las personas. Estar solo puede ser tóxico; aumenta los riesgos de sufrir enfermedades cardíacas, depresión y demencia, además de que se envejece más rápido y se responde peor a los medicamentos. Cacioppo sugiere que nuestros cuerpos han evolucionado para reaccionar con estrés a situaciones percibidas como aislamiento social, disparando respuestas relacionadas con el saneamiento de heridas e infecciones, pues considera que en soledad estamos más expuestos al daño físico. En cambio, en contextos sociales, el cuerpo se prepara más para defenderse contra virus, los cuales se expanden más fácilmente entre grupos. Lo más interesante es que el cuerpo reacciona a la percepción más que a la situación real: puedes estar rodeado de gente, pero si te sientes en un ambiente hostil tu cuerpo se sentirá tan estresado como si te encontraras solo.

Paradójicamente, la ciencia sugiere que uno de los antídotos contra el aislamiento social puede ser la práctica de la soledad, pero entendida como el saber estar consigo mismo. Por ejemplo, la práctica de la meditación propicia la respuesta inmune y reduce el avance de enfermedades como el cáncer o el VIH. En este sentido, Marchant hace notar que normalmente la gente busca hacer ejercicio para estar bien físicamente, pero poca gente se preocupa por mantener una buena salud mental.

La gente que medita mantiene niveles más bajos de cortisol, además de experimentar cambios en la amígdala, la cual está involucrada en el miedo y la respuesta estresante a situaciones amenazantes.

Otra cosa importante para mantenerse sano, señala Marchant, es tener un propósito en la vida, pues esto aumenta nuestra sensación de control, reduciendo el estrés.

La ciencia apenas empieza a indagar en los efectos de la mentalidad en el cuerpo, pero cada vez más surgen pruebas de que tener control y estar tranquilo con uno mismo es la clave para que nuestro cuerpo empiece a curarse a sí mismo.

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