Más allá de ideologías, de orientaciones políticas o de circunstancias culturales, la llamada "guerra contra las drogas" resulta hoy estadísticamente indefendible. Los nefastos resultados obtenidos luego de décadas de haber iniciado, y tras invertir miles de millones de dólares en esta lucha, los números son tajantes: el mercado negro de sustancias es hoy más poderoso que nunca, los índices de consumo no solo no han disminuido sino que hoy existen más consumidores que nunca en la historia y los daños colaterales de esta campaña mundial son múltiples -miles de personas encarceladas, países sumergidos en violencia, instituciones financieras coludidas con la mafia, etc.-.
Independientemente de enfatizar en estas cifras, de revisarlas una vez más y de indignarnos por una política ineficiente y altamente costosa existen, un paso más allá, casos aún aislados de países o entidades que han decidido aventurarse y experimentar con la legalización. El caso de Colorado, en Estados Unidos, se une a los referentes anteriores, por ejemplo el caso de Portugal, y a un año de haberse puesto en marcha la legalización de la marihuana tanto medicinal como recreativa, la experiencia comienza a arrojar data digna de considerarse.
Otro indicador destacable y que contradice a muchos de los críticos de la legalización es la criminalidad. El número de delitos registrados en la entidad durante el primer tercio de este año disminuyó 10.6% con respecto a 2013. Además, hay menos reos nuevos en las prisiones, se han generado nuevos empleos y los jóvenes tendrán acceso a mejores instalaciones educativas. Aunque es cierto que aún es temprano para celebrar, los datos obtenidos hasta el momento sugieren exactamente lo contrario a las estadísticas alrededor de la guerra contra las drogas: la medida funciona.
Si bien no se trata de volcarse a un carnaval viral de legalización, casos como el de Colorado justifican, por lo menos, que gobiernos alrededor del mundo consideren esta ruta con programas piloto o descriminalizaciones reguladas. Ya vamos tarde, muy tarde pero, afortunadamente, los pocos argumentos en contra de la legalización son, hoy, más vulnerables que nunca.