El fenómeno es tan extremo que los niños, según la denuncia anónima, amenazan a los directivos de las escuelas advirtiéndoles de que sus familiares son criminales y tomarán venganza si intervienen en las extorsiones. Los niños criminales cobran cuotas a sus compañeros, es decir, una tarifa en efectivo a cambio de respetarlos; también, dan protección a otros contra grupos delictivos organizados en la misma escuela.
La noticia se develó en el programa radiofónico Noticias UM y fue retomada por el diario michoacano Quadratín (quadratin.com.mx). La escuela en donde se ejerce esta dinámica está construida en la zona norporiente de Morelia, una de las áreas más marginadas de la capital del estado.
¿Hasta dónde influye la cultura? Uno de los procesos cognitivos más naturales en el ser humano es la repetición de lo que se percibe; el problema de la violencia trasciende la realidad apremiante y se inyecta en la mente más profunda de los niños. La descomposición social que se vive en muchas partes de México requiere de la reapropiación de principios que den valor al otro (humanismo), una tarea a largo plazo y que es, seguramente, una responsabilidad colectiva.