Muchos libros y películas son indisociables de los tragos que circulan por su trama. Del martini de James Bond al bourbon de Don Drapper en Mad Men, con cierta frecuencia un coctel es parte imprescindible de un personaje, algo -como su sombrero y su bigote- sin lo cual no podríamos reconocerlos. El coctel es una seña de identidad; un rasgo que, en cierta forma, condensa la esencia y lo auténtico del ser.
El infográfico que ahora compartimos retoma algunos de esos ejemplos paradigmáticos que aparecen en películas y novelas emblemáticas que forman parte de nuestro imaginario colectivo al cual, sin embargo, quizá no habíamos concedido tal especificidad.
Y es que, si bien podemos ver a actores como Humprey Bogart o Charlie Chaplin sosteniendo un vaso, o imaginar a personajes de Faulkner o Hemingway bebiendo mientras se debaten en una situación cuya fatalidad es evidente para el lector pero que ellos son incapaces de percibir, tiene cierto encanto saber qué bebían realmente.
Ahí están el mint julep de Daisy Buchanan (de El Gran Gatsby), el “Tequila Zombie” que aparece en Vicio Propio, del gran Thomas Pynchon, e incluso el chianti de Hannibal Lecter o el “Pan Galactic Gargle Blaster” de The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy.