La influencia chamánica de Jack Kirby, co-creador de los X-Men

Los mitos son pistas de las potencialidades espirituales de la vida humana.

Joseph Campbell

 

Puede que nunca hayas escuchado el nombre de Jack “King” Kirby pero, si de niño eras aficionado a los cómics, seguramente eres fan de su trabajo sin siquiera saberlo.

Jack Kirby fue un artista, escritor y creador de cómics e ilustraciones, que trabajó entre los años 30 y 70 del siglo XX y cuya obra es de las más influyentes en el medio. Creó y co-creó algunos de los superhéroes más famosos que hayan existido: Capitán América, Thor, Silver Surfer, Hulk, X-men, los Cuatro Fantásticos, entre otros.

Vivió en una época en la que para hacer un poco de dinero como ilustrador tenía que sentarse entre 12 y 14 horas al día frente a su restirador, logrando sacar unos 4 o 5 cómics al mes. Pero no hablamos de basura panfletaria, sino de historias vitales, emocionantes. 

Kirby cambió para siempre la cara del cómic, creando relatos dramáticos y épicos. Estableció el tono en el que se desenvolverían los personajes de Marvel, alejándose de la imagen del superhéroe como boy scout y reemplazándola por unos seres neuróticos y desequilibrados.

  

La ola de su trabajo ha reverberado hasta nuestros días, pero el talento de Kirby no se limita a crear entretenimiento. Christopher Knowles (autor de Our Gods Wear Spandex) ha estado jugando con la idea de que las creaciones de Kirby han sido el resultado de una experiencia mística, convirtiéndolo en una especie de figura chamánica del siglo XX. En palabras del propio Kirby: “estaba creando una mitología para los cuarentas”.

La obra de Kirby está llena de alegorías y arquetipos; sus personajes e historias con manifestaciones de símbolos profundos, expresan las contradicciones fundamentales de la vida. No por nada han sido acogidas de tal manera generación tras generación.

Kirby viene de una familia de cuentacuentos, inmigrantes austriacos que conservaban su patrimonio cultural y mágico a través de relatos transmitidos de una generación a la siguiente. Como el chamán que viaja a reinos inmateriales y regresa con lecciones para el grupo en forma de relatos.

A los nueve años, Kirby fue atacado por una fuerte neumonía. Sin penicilina u otro medicamento para curarlo, sus padres judíos llamaron a un grupo de rabinos para que le practicaran un exorcismo. Los rabinos danzaron a su alrededor ordenándole al demonio que saliera de su cuerpo. Esta fue la primera de muchas historias, que luego se multiplicarían durante el periodo en el que combatió en la Segunda Guerra Mundial. Apenas escapó a la muerte tras pasar un año hospitalizado con las piernas a punto de congelarse después de dormir por semanas en la nieve.

Knowles piensa que en algún momento de los años 60, Kirby recibió terapia enteógena para superar los traumas de la guerra. El artista nunca mencionó haber tenido alguna experiencia psicodélica, pero el cambio en su estilo parece delatar la realidad de este mito. Incluso Knowles señala un paralelismo entre las ideas de Kirby y Phillip K. Dick.   

La sociedad no puede existir sin mitología. Quizá Knowles esté exagerando, agregando pasajes inexistentes a la vida de Kirby para volverla coherente con su versión de las cosas. Sin embargo, consciente o inconscientemente, Kirby ocupa el lugar moderno de un chamán que da continuidad a una mitología que es necesaria, pero que pretende ser exiliada al olvido. Su genialidad está en usar el registro del cómic para hacer pasar por simple entretenimiento verdades milenarias. Cualquier inquisidor se sentiría ridículo de estar hurgando entre el “basurero” de la cultura pop en busca de los enemigos de la ciencia.

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