La anandamida, compuesto químico producido a partir de lípidos, es considerada como un neurotransmisor que imita los efectos psicoactivos de la marihuana: amortigua la sensación de dolor, mejora la coordinación motora, influye en los patrones de sueño y alimentación, la plasticidad neuronal y la memoria, relaja los músculos, entre otros.
Su nombre se deriva del sánscrito ananda, que significa “beatitud interior; portador de paz y felicidad interna”. La anandamida, que es producida orgánicamente, influye en el eje cortico-cerebral-hipocampal y, por lo tanto, en los receptores NMDA (N-metil-D-aspartato), que actúan como principales productores de la plasticidad sináptica. En consecuencia, este proceso está involucrado en el aprendizaje, la memoria y, al parecer, en el apetito sexual.
De acuerdo al Cinvestav (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional), la sustancia influye en el apetito sexual masculino. Los efectos de inhibición o estimulación del deseo dependerán de la dosis de anandamida administrada.
Gabriela Rodríguez Manzo, autora de la investigación y jefa del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav, explica que la anandamida es una sustancia producida a partir de los lípidos (grasas) en las membranas celulares; además, cuenta con receptores específicos en el sistema nervioso, los cuales son los mismos que aquellos que se unen con los cannabinoides de la marihuana.
Por consiguiente, a la anandamida se le clasifica como endocannabinoide (o cannabinoide interno), ya que tanto sus efectos como sus propiedades químicas son similares a los compuestos de la marihuana:
Vimos que el efecto de estos compuestos (endocannabinoides) es bifásico, es decir, que dosis bajas estimulan la conducta sexual, mientras que dosis altas la inhiben. Esto podría adquirir relevancia ahora que se planea despenalizar el consumo de la marihuana con fines terapéuticos en el Distrito Federal. […] La mayoría de la literatura biomédica establece que los cannabinoides y endocannabinoides tienen efectos inhibitorios sobre la conducta sexual (la atenúan), pero nosotros encontramos el efecto contrario; la diferencia está en la dosis.
Sin embargo, advirtió que se debe de tener cuidado con las dosis de la droga consumidas con fines terapéuticos. Se debe hacer uso de la anandamida en dosis que eviten los efectos inhibitorios sexuales, como la disfunción sexual.
La autora de la investigación sugiere que la relación encontrada entre la actividad sexual y la plasticidad neuronal podría generar que la anandamida sea considerada como un afrodisiaco en potencia, es decir, como un compuesto que promueve las respuestas sexuales de erección o eyaculación, lo cual que no tiene nada que ver con el deseo sexual en sí. Por ello, sólo debe utilizarse en dosis bajas y debe haber una definición muy precisa del término:
Todas aquellas sustancias que faciliten la respuesta sexual del individuo podrían ser clasificadas como un afrodisiaco. Si la anandamida a dosis bajas favorece la conducta sexual, podría considerarse un afrodisiaco en potencia en ese rango de dosis.
La anandamida, más allá de ser considerada parte de la familia del cannabis, es un químico que puede fungir como un apoyo orgánico en terapias sexuales. Se puede encontrar en productos como el chocolate; sólo es cuestión de medir las dosis.