Un hombre en un disfraz es más que un hombre: si algo nos han enseñado el Joker y el payaso del Rey Lear es que el arquetipo del trickster puede aparecer en el momento en que menos lo esperas para confrontarte con tus miedos más inconfesables. A menos que estés del otro lado de la pantalla, viendo cómo otros son confrontados con sus miedos en lugar tuyo.
El goce sádico del espectador se ve confrontado, a su vez, con una pregunta impostergable: ¿qué haríamos en el lugar de las víctimas de esta broma? ¿Correr, gritar, llamar a la policía, a Stephen King?
Pero tal vez el goce más sádico sea que este video (a diferencia de otros del tipo "cámara escondida") no contiene esas tomas donde las "víctimas" se ven aliviadas de saber que todo ha sido un juego. Seguramente debieron autorizar el uso de su imagen para el video, pero como espectadores, nunca sabremos en qué consistieron los momentos de terror de esas personas que creyeron ver a un payaso asesino o a un loco disfrazado de payaso reventando cabezas en los estacionamientos nocturnos; bien podría no ser una broma, sino una nueva categoría snuff. ¿Ustedes qué opinan?