Coachella es hoy sinónimo de coolness por su afamado y ex-indie festival. Los miles de jóvenes que visitan el valle por el evento anual de música esperando una catarsis de música y fashion, no son en realidad la cara más cotidiana de Coachella. En esta región viven miles de trabajadores agrícolas que, en muchos casos, soportan condiciones marginales. Obviamente, esta cara del sitio no hace noticia cuando los grupos indies del planeta se agrupan para sonar su música.
Los artistas callejeros oriundos de Indio, California, Armando Lerma y Carlos Ramírez, viven el lado marginal de Coachella. Los miles de trabajadores agrícolas del sitio son personas que trabajan duro para sobrellevar sus vidas. En un abierto intento por revitalizar la zona, y hacer conciencia en un entorno marcado por la farándula de unos cuantos días crearon el Arts-driven community revitalization Project el 21 de Marzo, día en que se conmemora al inmigrante y activista mexicano César Chávez; decenas de murales reaniman hoy la zona.
El proyecto es un acto empático con los habitantes y agricultores, y abrirán la primer galería de arte en el pueblo para acercar la cultura a los pobladores: la Date Farmers Art Studios. Los artistas que intervinieron los murales tienen raíces latinoamericanas y son de latitudes como Arizona, Brasil, México, Cambodia, España, Los Ángeles y Texas.
Entre los street-arteros se encuentran los artistas mexicanos Sego y Saner. Las pinturas evocan la presencia latina en el sitio y a la forma de vida de los granjeros locales. La imagen completa de Coachella está lejana al glamour pero, en cambio, resulta mucho más honesta que el despliegue de juventud brandeada que este lugar aloja cada año.