El sabor de la venganza culinaria ha sido imaginado por Ovidio como las entrañas del hijo que Filomela da a comer al rey Tereo, o como Cartman en South Park, quien alimenta con trozos de sus padres a un chico que odiaba. Pero el nivel de venganza que alcanzó esta chica de Bakersfield, California, sobrepasa los umbrales de la hilaridad y el asco, creando una de esas historias que sólo podrían darse en el extraño mundo en el que vivimos hoy en día.
La chica de preparatoria era, como muchos estudiantes, víctima de acoso escolar (bullying), por lo que un día decidió crear un caballo de Troya en forma de cupcakes, deliciosos pastelillos en donde incrustó vello púbico, comida expirada, salsa de soya, mayonesa, salsa BBQ e incluso semen, si ha de darse por bueno el testimonio de uno de los estudiantes que se comieron los cupcakes.
Los bullies denunciaron a la repostera con la policía, quienes no pudieron confirmar la presencia de semen en los pastelillos debido a que estos habían sido desechados (o ingeridos) previamente. Desde entonces, la Centennial High School ha cancelado todos los talleres de cocina de la escuela.