Usando data de satélites y radios de onda larga, Andrew ha revelado las similitudes de sonido creado por electrones que chocan contra la heterósfera (límite superior de la atmósfera) de la Tierra y una parvada de aves al amanecer, mientras que el leve zumbido del plasma pasando a través del sol crea un ritmo pulsante que refleja el latido del sistema solar.
Andrew explica en ScienceDaily:
“Estuve impactado al darme cuenta de la similitud de electrones chocando contra la atmósfera de la tierra y el sonido de el canto de pájaros. Colectivamente, es sorprendente escuchar que el espacio tiene una cualidad “animalística” en sus sonidos”.
Por otro lado, hace dos años, astronautas de la NASA reportaron que el espacio huele a carne y metal. Y al parecer, todos los astronautas parecen estar de acuerdo con la referencia carnívora del olor. Desde la Estación Espacial Internacional, se han referido al olor como “carne chamuscada”, “metal caliente” y “gases de soldadura”. Así, el espacio suena a pájaros y huele a carne y metal, olores por lo demás absolutamente terrestres. Quizá todo es solo una repetición de todo.