La mayoría de las personas busca un sistema o una serie de técnicas (casi trucos) para poder desempeñarse más eficientemente. Algunos siguen “recetas” de ejercicio, alimentación y hasta autoprogramación, o se unen a cultos y religiones que supuestamente tienen métodos probados para lograr resultados positivos en la creciente rama del desarrollo personal. Existe tanta información en la actualidad, que creemos que en algún lugar está exactamente lo que necesitamos: ese traje físico y psíquico hecho a la medida para nosotros… esa llave que abre nuestro espíritu. Así, probamos innumerables sistemas para mejorar o vencer aquello que queremos superar. Pensamos que existe una solución y, de alguna forma, dotamos a esos agentes que nos facilitan la obtención de lo que queremos de una cualidad mágica o sagrada (y de un poder sobre nosotros).
Esto es, de manera superficial, un resumen sucinto y sintomático de la cultura del bienestar y de la búsqueda espiritual que caracteriza a nuestra sociedad, la cual ve la existencia como un problema que debe resolverse. En la práctica, lo que sucede es que consumimos sistemas de desarrollo personal, sanación y proficiencia como consumimos gadgets e identidades: de manera desechable, uno tras otro, creyendo que nos encontraremos en ellos y que ahora sí podremos ser esa persona que queremos ser, navegando la realidad a nuestras anchas y consiguiendo nuestros sueños –algo que siempre está allá y no aquí, no en el ser sino en el devenir. La frase trillada de que buscar la felicidad es la principal causa del sufrimiento aplica aquí otra vez. El estado de búsqueda mismo parece ser, de suyo, perplejo y extraviante: eso que estamos buscando es con lo que estamos buscando: como una linterna que se busca a sí misma. O: “La ansiedad asesina el amor”, según Anaïs Nin. Y, usando otra frase trillada, el amor es la medicina del alma y, como nos dicen Hollywood y los filósofos de bolsillo, la solución a la vida.
Entramos aquí al terreno de la paradoja, seguramente el único del cual se pueden extraer piedras preciosas para la mente que no sean instantáneamente reemplazadas por otras piedras preciosas en el laberinto de la mente. Una comprensión que trasciende la dualidad. El mundo, más que un problema, es un misterio, y como tal puede disfrutarse siguiendo su trama con intenso desapego (hang loose, dice el mantra de los surfers) sin tener que encontrar una solución: como un juego infinito. Así, probablemente, la mejor estrategia o sistema que puedes encontrar es simplemente no adoptar ningún sistema o estrategia como un modus vivendi, sino aceptar el flujo de la existencia con sus días y noches, crestas y valles. Observar el río --que nunca puede ser el mismo río, ni el mismo método de observación— es una de las formas tradicionales de acercarse a la iluminación.
¿Quieres crear o cambiar tu realidad? ¿O quieres solamente conocer y aceptar la realidad? Conocer la realidad puede ser saber que la realidad es transitoria y que no merece nuestra preocupación y sufrimiento (y por lo tanto, cambiarla o crearla es lo de menos).
Pero, como todos estamos ávidos de información y de que alguien nos enliste un método funcional que promete bienestar –ese placebo autoprofético--, aquí está el segundo mejor sistema o uno de los mejores y más fáciles que puedes usar para cambiar tu realidad y mejorar tu experiencia en el sueño que es la vida (el primero, por supuesto, es el que diseñaste tú, o la ausencia de sistema: el surf del caos). Aquí, la lista mágica de Jasoun Louv, autor del formidable blog Ultraculture:
1. Empieza con tu cuerpo
Consigue estar saludable y mantente ahí. Come bien. Este es el paso que muchas personas se saltan. El cuerpo y la mente son inseparables; no cometas el error de separarlos. El cuerpo es el ancla y cursor de tu existencia. Cambios positivos en tu cuerpo se desdoblan a otras áreas de tu vida. Si puedes transformar tu corporalidad, tendrás un excedente de energía que podrás usar para abrir nuevas puertas. Serás más positivo. Las personas responderán a ti de manera diferente. Esta es una verdadera y duradera alteración de la conciencia.
Sencillamente, la base y soporte de la realidad es el cuerpo. Nuestro cuerpo determina el nivel de realidades que podemos procesar. El cuerpo es verdaderamente nuestra nave espacial para experimentar la dimensión terrestre y probar el espectro del sentir. Sin conocer otros mundos, la salud o la homeostasis es lo que más se acerca a la iluminación o al perfeccionamiento.
Una microlista de bonus, cortesía del poeta fractal William Blake:
1.-El hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma.
Aquello que llamamos cuerpo es una porción de alma
percibida por los cinco sentidos, pasajes principales del
alma en esta edad.
2.-La Energía es la única vida, y procede del cuerpo;
y la Razón es el límite o circunferencia externa de la energía.
3.-La Energía es delicia eterna.
2. Medita
Empieza una práctica de meditación basada en el conocimiento interno. Las variedades son infinitas, pero lo sencillo es generalmente mejor. Aprende a sentarte en calma. Aprende a respirar profunda y naturalmente. Siéntate y observa tus pensamientos sin juicio o apego. Deja que pasen y se disuelvan sin intentar agarrarlos. Haz esto diario durante 10 minutos. Intenta luego llegar a una hora. Con media hora es suficiente. Pero hazlo diario, como lavarte los dientes. No hay otra práctica que te beneficie tanto como esta.
Meditar es la herramienta principal para autoconocerse que ha desarrollado el hombre en milenios. Según la tradición filosófica y esotérica, el autoconocimiento es esencial para que el individuo pueda potenciar su vida y su voluntad. En el oráculo de Delfos estaba escrito “Conócete a ti mismo”; esa misma frase, en Matrix, hizo que Neo se propulsara en el vuelo de la conciencia y despertara del sueño del programa.
“Todas las miserias del hombre surgen de su incapacidad de quedarse sentado en una habitación, solo”, escribió Pascal.
3. Aprende cambiar de narrativa
Lo que eres y lo que es el mundo es una serie de historias cuidadosamente sembradas, que fueron creadas antes de que nacieras, que probablemente te sobrevivirán y a las cuales estarás sujeto mientras no las examines. Con los fundamentos que han construido mediante el ejercicio (cambio autodirigido) y la meditación, empieza a observar tu vida objetivamente. Pregúntate en qué partes eres cómplice pasivo de las historias de otras personas. Si te gusta, quédate en esas historias. Si no te gusta, no te quedes. No estás atado a ninguna de ellas.
Entre más conciencia, más libertad para elegir qué sucede después. Habilidad para cambiar la historia: magia.
El mundo es como la impresión dejada por la narración de una historia, dice un texto védico. Es el mismo acto de contarnos el mundo lo que moldea al mundo. Podemos recordar aquella escena en la película de Terry Gilliam The Imaginarium of Dr. Parnassus en la que unos monjes repiten incesantemente una historia creyendo que, de dejar de hacerlo, el mundo acabaría. La narrativa es la gasolina secreta de la existencia, el pegamento que aglutina el flujo esencialmente informe del mundo. Nuestras palabras y nuestros discursos mentales son las estelas que se van estampando en la atmósfera y producen el instante, con su particular configuración: un ADN metanarrativo.
Seguramente has escuchado que eres lo que comes; en un nivel más sutil: somos lo que nos decimos que somos.
"El gran acto mágico es decidir si vas a vivir en tu propia ficción", escribió Alan Moore.
Twitter del autor: @alepholo