Quizá estamos finalmente cansados de la sobreestimulación que nos ofrece el entretenimiento mainstream. Intrigantes arcos narrativos desdoblados a ritmo trepidante, secuencias cortas, una hábil edición y mucha acción –tanto física como emocional–, han acostumbrado a nuestras mentes a discursos relativamente fáciles y que privilegian el traslape de estímulos por sobre la digestión reflexiva.
Esta tendencia narrativa, recurrente en los más populares shows televisivos, consagrada gracias a los blockbusters de Hollywood y replicada por los comerciales y la retórica marketingera, apuesta por la emoción sin reflexión. Capta nuestra atención a través de la construcción acelerada de situaciones y contextos, literalmente, espectaculares –para lo cual aprovecha extraordinarios efectos visuales y un ritmo narrativo que mantiene nuestra mente al borde de la ansiedad.
En un inesperado experimento televisivo que comenzó en 2009 y que ha obtenido resultados aún más sorprendentes, la televisión pública de Noruega, NRK, está apostando por la transmisión de contenidos diametralmente opuestos a la tendencia del showbusiness. Travesías, paisajes, o sucesos en tiempo real invitan a la contemplación y descuidan la intriga. Secuencias largas, casi infinitas, de un trayecto en tren desde Bergen hasta Oslo, con una duración ininterrumpida de casi cuatro horas y un mínimo trabajo de edición son sólo un ejemplo de esta novedosa apuesta. Y lo más interesante es que esta transmisión fue observada por 1.2 millones de personas –el equivalente al 20% de los habitantes.
Tras el éxito obtenido con este experimento inicial, NRK continuó con la línea de contenidos de televisión lenta (slow TV), y hasta ahora ha transmitido un recorrido en tiempo real por los majestuosos fiordos de la costa noruega, con una duración de 134 horas y que fue visto por más de tres millones de usuarios, o 18 horas documentando el épico viaje de los salmones, a contracorriente, por un río.
Interrogado sobre el éxito de estos contenidos, Finn Lunde, uno de los espectadores, advierte en entrevista para Deutsche Welle: "Te permiten profundizar mucho más, y disfrutar de los múltiples detalles". Por otro lado, Lise-May Spissøy, una de las productoras de NRK, declaró: "Todo el resto de la televisión sigue en un proceso de aceleración, y nosotros queremos romper con eso. Queremos que la gente pueda terminar sus enunciados."
Evidentemente se trata de un experimento arriesgado y radical, ideal para una televisión pública que debe contrarrestar la inercia en la búsqueda de encontrar o diseñar nuevas rutas para entretener a una audiencia. Y tal vez el éxito que ha obtenido tenga que ver con el carácter de los noruegos, cuyo invierno podría haber impreso una dosis extra de paciencia en su genética –recordemos que en esa temporada todo funciona más lento, empezando por los músculos. Pero no deja de ser interesante, e incluso paradójicamente excitante, la posibilidad de que se consolide una corriente opuesta a la tendencia del entretenimiento comercial. A fin de cuentas una sociedad más familiarizada con la contemplación y menos ansiosa de consumir permanentemente estímulos efímeros para mantener un high mental –la vanagloriada diversión–, podría ser más apta para desarrollar las herramientas psicoculturales en dirección a una mejor calidad de vida.
Twitter del autor: @ParadoxeParadis