La fe tiene caminos misteriosos, y según los pobladores de San Gonzalo, una de las favelas más pobres del país, la niña Alani Santos opera verdaderos milagros a través del tacto en una pequeña iglesia Pentecostal a las afueras de Rio.
Alani es la hija de un pastor, quien sostiene que Dios le ha dado a la pequeña poderes para alejar a los demonios y para curar a través de la imposición de manos.
Ya sea a través del efecto placebo, de la sugestión en la propia cura o de un caso de histeria colectiva, lo cierto es que cientos de creyentes encuentran alivio a una angustiante situación social en la religión, y la creencia de que esta niña efectivamente tiene poderes curativos podría estar curando a muchos enfermos: la mentira sagrada que permite rehabilitar la historia del cuerpo.