Si pudieras ver el mundo a través de los ojos de Jason Padgett posiblemente tendrías frente a ti una imagen de perfección, de orden, de la estructura que se esconde detrás de los detalles más nimios. Somos víctimas de las cosas, de su violenta unicidad, pues somos incapaces de ver la armonía geométrica del universo frente a nosotros.
Debido a un accidente traumático causado por un brutal ataque Jason ha sido capaz de ver estos patrones por más de una década. Este cambio de percepción es, en el fondo, un cambio en la estructura de su cerebro. Jason no sólo tuvo la suerte de sobrevivir, sino que su cerebro fue completamente reseteado, volviéndose un supercomputador.
Jason no necesita una calculadora para saber, por ejemplo, que el Teorema de Pitágoras es exacto, sino que puede ver cómo se manifiesta en la geometría de cualquier edificio o cualquier árbol. El universo habla en un lenguaje secreto y desde que Jason fue atacado violentamente por unos asaltantes empezó a entenderlo.
Los doctores dicen que no hubo un cambio sustancial en su cerebro, más bien parece que una habilidad innata, pero dormida, fue despertada. Al menos ésta es la teoría de Darold Treffert, la más famosa autoridad en cuando a savants se refiere. Treffert le dijo a Jason que todos tenemos habilidades extraordinarias justo bajo la superficie, que son como instintos innatos que esperan el momento de ser despertados. Por qué nuestro cerebro reprime estas habilidades es un misterio, pero a veces hay traumatismos que pueden liberarlas.
Cuando Jason se cepilla los dientes tiene que pasar el cepillo por el agua 16 veces. No sabe por qué, simplemente es un número que tiene grabado en su cabeza. Sin embargo, trata de no preocuparse mucho por estos detalles, de no pasar horas descifrando patrones geométricos en el flujo del agua o en los rayos de sol que se rompen al pasar por las hojas de los árboles.
Le gusta tener 43 años. El 43 es un número primo, uno de esos números extraños, con un poder especial, que le gusta recitar como un mantra cuando necesita espantar la mala suerte.
No puede evitar contarlo todo, nunca masca chicle para evitar contar el número de mordidas que le está dando. Cada número hace surgir una imagen, un patrón nuevo, una forma que hace surgir nuevas formas, cuando cada forma es la semilla de un fractal. Para Jason todo son fractales, todo es el reflejo de esta estructura inacabable. Incluso una vez una firma de Toronto lo contactó para aplicar su geometría fractal al mercado de valores.
Sus nuevas habilidades han llevado a Jason a recorrer el mundo, a conocer psicólogos y matemáticos con los cuales ha confrontado sus teorías sobre el mundo y la conciencia. No necesita la fama, todos los días se despierta para trabajar, se siente feliz de abrir los ojos y dejarse cautivar por el esplendor del mundo. Nunca se aburre, el universo es un gran cuenta historias, y siempre entrega una nueva historia en el café para quien sabe leerla.
[Salon]