Cuatro mujeres fueron implantadas con vaginas cultivadas en el laboratorio de manera exitosa, según se informó ayer. Las vaginas fueron crecidas a partir de las células de las mujeres y una estructura biodegradable que hizo que fueran tomando el tamaño y la forma adecuada para cada una de ellas. Las mujeres, adolescentes al momento de la operación, ahora tienen órganos sexuales completamente funcionales.
Las pacientes, que debido a un trastorno nacieron con una vagina que no se había terminado de formar, mostraron después de la operación niveles normales "deseo, excitación, lubricación, orgasmo", según señaló el Dr. Anthony Atala de la Escuela de Medicina de Wake Forest. Las pacientes padecen una condición llamada Síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser que afecta a 1 de 5000 mujeres. Tenían vulva, la parte externa del sexo que incluye la labia y el clítoris, pero no podían tener sexo vía penetración o menstruar (la sangre menstrual se acumulaba en sus abdómenes).
Los resultados de la operación no sólo permiten a estas mujeres resolver todos estos problemas fisiológicos, también las liberan de una profunda carga emocional.
La técnica desarrollada por Atala y sus colegas fue primero probada con conejos en los 90 y el más grande reto fue ajustar el nivel de madurez de las células para el momento en el que se implantan en el cuerpo.
Atala trabajó con cirujanos del Hospital Federico Gómez en la Ciudad de México, quienes fueron parte importante del éxito de la operación.
De manera anecdótica, en la reciente película de Noé, de Darren Aronofsky, el personaje de Emma Watson no puede tener sexo ni embarazarse debido a una herida en la vagina, aunque en ella recae la posibilidad de continuar la progenie humana. Matusalén, en una representación chamánica del personaje bíblico, con un pase mágico reestablece el balance de su órgano sexual. Hoy la ciencia ha logrado hacer lo que antes solamente se imaginaba mágicamente.