Encuentran el secreto de la longevidad en una señora de 115 años

Hendrikje van Andel-Schipper, con 115 años de edad, fue la persona más vieja del planeta, y también la persona de mayor edad que donó su cuerpo a la ciencia. Gracias a ello, investigadores de Holanda y EUA pudieron centrarse en el análisis de sus células sanguíneas.

Con la información genética de sus glóbulos blancos, comprobaron que durante su vida sus leucocitos habían experimentado más de 400 cambios. El resultado, publicado en 2011 en la revista Genome Research, tiene muchas claves para entender la longevidad de un ser humano. La alteración de los glóbulos blancos que contenían las mutaciones esclarecen (aunque mucho más para la ciencia que para el hombre promedio) esta cuestión de la longevidad, tan codiciada por todos.

“Para nuestra sorpresa, nos encontramos con que en el momento de la muerte, la sangre periférica derivaba de dos únicas células madre hematopoyéticas activas", señalan los investigadores, aclarando que la médula ósea humana contiene unas 11.000 células madre hematopoyéticas, de las que 1.300 se dividen de manera activa y renuevan nuestras células sanguíneas. Sin embargo, en la sangre de van Andel-Schipper, la mayor parte de las células derivaba de sólo dos de esas células madre.

"Esto sugiere que a medida que envejecemos, la reserva de células madre hematopoyéticas disminuye hasta que todas nuestras células son clones de sólo unas pocas células parentales", concluye el estudio.

La cuestión, por supuesto, es cómo hacer para que no mueran todas nuestras células madre conforme pasan los años. Información que tendremos que esperar hasta que la ciencia lo resuelva y decida decírnoslo. La señora Andel-Schipper evidentemente hizo algo en su vida que defendió a estas dos células parentales de los arremetimientos del tiempo. Falta saber qué.

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