Ayano Tsukimi da vida a un pueblo olvidado de Japón habitándolo con muñecas

Todo empezó con la idea de hacer un espantapájaros para que las aves no se comieran las semillas pero, 10 años después, Ayano Tsukimi ha vuelto a poblar el pequeño pueblo de Nagoro con muñecos de toda la gente que se ha ido del lugar en busca de trabajo.

Cada muñeco ha de encontrar el lugar y la actividad que le parece más importante. Ayano se encarga de que todos tengan su lugar y de que las costuras de su boca curven sus labios lo suficiente como para que sonrían y sean felices.

Las muñecas van a la escuela que sus avatares humanos abandonaron, cuidan los caminos, siembran los campos, acuden a fiestas y ceremonias, mantienen el pueblo con vida y, mientras tanto, esperan.

 

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