La corrupción culturalmente es concebida como una forma de deshonor, una violación a la ética. Se dice que alguien se ha corrompido cuando eligió seguir un interés que afecta su honor. El honor es quizá el valor ético más alto, tiene que ver con hacer las cosas bien para con uno mismo y con los otros. México está caracterizado por ser un lugar de gente amable, pero quizá sólo superficialmente. Ser amable es sólo una forma de cordialidad, pero no representa necesariamente entereza u honestidad. Una misma persona puede ayudar a dar con una dirección, y en la siguiente esquina robar a alguien. O al menos así parece que pensamos, según una encuesta reciente.
México pertenece a los países con más altos niveles de corrupción. Sus habitantes solemos decir que tenemos un gobierno corrupto y que no creemos en las instituciones, pero quizá poco advertimos que generalmente no confiamos en ningún otro mexicano.
El IFE presenta el primer informe sobre calidad ciudadana en México, por cierto un renglón en el que tenemos un atraso importante. En Chile, por ejemplo, hay 106 mil ONGs, y es un país con 17.5 millones de habitantes, mientras que en México, con 112 millones de personas, existen apenas alrededor de 40 mil (es decir, somos renuentes a organizarnos con fines sociales).
Entre las respuestas publicadas hay algunas esperadas, como la falta de confianza al gobierno: sólo 18% cree en los diputados, 49% cree que los políticos no se preocupan por la población, 54% opina que de nada sirve ir al Ministerio Público para resolver un delito y 37% dice que en México se respetan poco las leyes.
Lo que llama la atención, y es por cierto trascendente, es que 70% de los mexicanos desconfía de la mayoría de las personas, lo que indica que no sólo creemos que el gobierno es corrupto, sino que también nosotros como sociedad, lo somos. Considero que ello es gravísimo, pues genera que evitemos resolver problemas colectivos. Vemos quizá únicamente por nosotros y por nuestras familias porque los otros nos generan duda.
Es evidente que en México tenemos poca rendición de cuentas y por lo tanto un gobierno corrupto, pero también que la sociedad, quizá como lo decía una niña indígena en un reciente video viralizado en las redes sociales, vivimos una crisis ética que sumerge al país en una sistemática falta de exigencia de los unos a los otros (incluso hacia el gobierno). La desconfianza genera un círculo vicioso de estancamiento social. Creemos que el gobierno es corrupto, que la sociedad también lo es, y haciendo una honesta introspección ¿confiaremos, cada uno, en nuestra propia ética?
Twitter de la autora: @anapauladelatd
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