Muchas de las mentes más brillantes de la historia han buscado instintivamente las horas oscuras del día para pensar o escribir. Jack Kerouack, por ejemplo, tenía el ritual de encender una vela y escribir bajo su luz, y luego soplarla cuando había terminado por la noche. Haruki Murakami se levanta a las 4:00 am y escribe por cinco o seis horas seguidas. Y Toni Morrison alguna vez apuntó que ver cómo la noche se convierte en día, con una taza de café en la mano, la hace sentir como un “conductor” de creatividad. Pero no sólo estas mentes famosas se inspiran por la luz tenue.
Recientemente los psicólogos Anna Steidel y Lioba Werth condujeron una serie de experimentos diseñados para medir cómo la creatividad responde a distintos esquemas de luz. En un artículo publicado hace poco, Steidel y Werth reportaron un poco de la primera evidencia de lo que los autores citados arriba sabe naturalmente: cuando la luz se apaga, algo en el cerebro se enciende.
“Aparentemente, la oscuridad detona una cadena de procesos interrelacionados, incluyendo un estilo de proceso cognitivo que es benéfico para la creatividad”, concluyeron los investigadores.
En el siguiente experimento, los psicólogos decoraron una oficina simulada con tres condiciones luminosas distintas. Algunos participantes se sentaron en un cubículo con una luz de escritorio de 500 lux, que es el estándar de una oficina. Otros se sentaron en un lugar con una luz brillante de 1,500 lux, un arreglo que a veces se usa en sets de televisión. Y un tercer grupo se sentó en un espacio que tenía una luz tenue de 150 lux, similar a un día muy nublado.
Ya en su estación, los participantes trabajaron en cuatro problemas cognitivos que requerían de creatividad para ser resueltos (uno de ellos fue el “problema de la vela” en que se le pide a la persona que ponga una vela en una pared utilizando solamente una caja de tachuelas; la solución requiere de que te des cuenta que puedes pegar la caja misma a la pared usando las tachuelas). Las personas en los espacios más oscuros resolvieron mucho más problemas que aquellos en cubículos muy luminosos.
Steidel y Werth sospechan que la luz tenue crea un “mensaje visual” capaz de empujar a nuestro cerebro a un “modo exploratorio”. La idea es que los lugares oscuros sugieren una libertad desinhibida que “afloja” nuestros pensamientos, y los lugares muy luminosos los restringen. Pero antes de cambiar tus hábitos de trabajo de escritorio, considera el último experimento que idearon los psicólogos:
Una vez más diseñaron tres condiciones de iluminación −brillante, tenue y estándar− y le dieron a los participantes una tarea creativa. Pero también les dieron cuatro problemas lógicos que requerían mucho pensamiento analítico. Esta vez los investigadores encontraron que, mientras la creatividad nada en la oscuridad, el razonamiento cuidadoso florece en la luz.
En otras palabras, tu espacio de trabajo debe adaptarse al tipo de trabajo que estés haciendo. Steidel sugiere que tengas una situación lumínica flexible: ya sea lámparas con moderador de intensidad o distintos espacios para distintas tareas. “Después de todo”, dice. “las grandes ideas pueden emerger en la oscuridad, pero se necesita mucho trabajo para ayudarlas a ver la luz del día”.