La ONU acusa de contradictoria a la reforma energética de México

No se puede avanzar en la economía a expensas del medio ambiente.

-Achim Steiner,

director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente

En el ártico se ubica 15% de las reservas de petróleo mundiales, por eso países como Canadá, Estados Unidos, Rusia y Noruega se movilizan ya para poseer este recurso. Achim Steiner, director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cree que nos quedan cuando mucho veinte años de explotación de hidrocarburos, antes de que sea ambientalmente insostenible y, por lo tanto, económicamente inviable.

México es uno de los países que continúa con la insensata tendencia de explotación de los hidrocarburos fósiles. Esto se refleja en la reforma energética, que sugiere la explotación de hidrocarburos como una panacea elemental de desarrollo.

Durante el 19° Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, Steiner declaró que en México la reciente reforma energética aprobada por los legisladores es esencialmente contradictoria, pues por un lado apuesta a la intensificación de la explotación de los yacimientos de combustibles fósiles, y al mismo tiempo pretende combatir el cambio climático.

México sostiene un ambicioso plan de reducción de emisiones de carbono a la atmósfera  de 50% para el 2050, mismo, que parece imposible con la aprobación de una reforma que, más que energética, es únicamente petrolera, ya que no modifica el tipo de fuentes energéticas que el país consume o produce.

Según Steiner, “de aquí a 20 años la energía renovable se va a imponer por la situación económica”. Pareciera la alternativa más testaruda el que las condiciones ambientales obliguen a cambiar la dinámica de consumo de energía. Pero, al menos en la práctica, la tendencia en México evidenciada por la reforma energética es a continuar consumiendo petróleo, al igual que en otros países que pretenden explotar las yacimientos petroleros en las profundas aguas del océano del ártico, aprovechando que el hielo se derrite.

La urgencia ambiental que reclama el cambio hacia energías renovables, acompañada de decisiones económicas que privilegian la explotación de petróleo, es una paradoja que no sólo ocurre en México, sino en grandes potencias mundiales que, pese a sus compromisos de disminución de emisiones de carbono, aún persiguen la apropiación de este recurso. Se trata de una afrenta irracional, incluso para los intereses económicos más codiciosos e inconscientes del mundo.

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